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Presupuesto 2020: inflación del 34%, dólar promedio a $67 y crecimiento del 1%

11 Septiembre 2019

El lunes ingresará a la Cámara de Diputados el proyecto de Presupuesto 2020. Estima además un suba del consumo de 0,7%.


Liliana Franco






Este lunes 15 cerca del mediodía el Gobierno a través de su ministro de Hacienda, Hernán Lacunza presentará ante la Cámara de Diputados el borrador del presupuesto nacional.

El presidente Mauricio Macri dejará una economía con una caída del PBI de 2,6%; el consumo total -5,2%; inversión -23,4%; inflación (fin de periodo) 53% y un tipo de cambio promedio anual de 48 pesos por dólar.

Respecto de la inflación, en el Gobierno estiman que el traspaso a precios será en un 60% inferior a la devaluación que se produjo en el 2018, creen que la rebaja del IVA fue un factor que contribuyó a aminorar el impacto en los precios. Este jueves se conocerá el IPC correspondiente a agosto y que estudios privados lo estiman en el orden del 4.5% y para septiembre en el orden del 5%.

Para el 2020 la recesión concluiría ya que se estima un crecimiento del PBI del 1%; con una leve recuperación del consumo 0,7% y un importante recorte de la caída de la inversión situándola en -4.9%. La inflación en tanto se ubicaría en 34% a fin de periodo.

También la cuenta corriente en porcentaje del PBI pasaría de -0,9% a 0,4 positiva impulsada en parte por el crecimiento de las exportaciones que en valores se ubicarían en 17.473 millones de dólares contra las 16.098 millones de dólares.

El consumo privado se estima en 1,4% para 2020 en tanto el consumo público caería a -3%. El déficit fiscal concluiría este año -0,5% pero no se precisó aún el proyectado para el 2020.

Uno de los aspectos fundamentales del presupuesto que es el programa financiero sin embargo las autoridades sostuvieron que “este año se presentará en base a las estimaciones efectuadas previamente” (es decir en el presupuesto del 2019) dado que como aún no se presentó el proyecto de Ley para reestructurar la deuda externa “no se puede incluir algo que no está aprobado”. Cabe recordar que el ex ministro Nicolás Dujvone había estimado un superávit fiscal del 1%.

Claramente sin el esquema de reprogramación de los pagos externos resulta difícil estimar el déficit fiscal. Por esta razón, en el Palacio de Hacienda no aventura una estimación ya que el tema “no está cerrado aún”.

De acuerdo a los números que se conocieron del borrador del presupuesto el Gobierno es optimista respecto a que Argentina el año que viene va a crecer en 1%, incluso desafiando al pronóstico del FMI que estima que la recesión continuará en el 2020.

Este optimismo se basa en que prevén que los factores internacionales podrían ser favorables y que los aspectos negativos como la guerra comercial entre Estados Unidos y China se compensaran con el crecimiento principalmente de Brasil y de la región.

Que Argentina en el 2020 deje atrás la recesión también lo sustentan en un aumento de las exportaciones 8,4%, las importaciones 1,3% producto de una mayor actividad, y una recuperación del 1,4% del Consumo Privado.

Resta conocer datos clave como todo el programa financiero, el recorte del gasto público, estimación del aumento de los salarios públicos, por citar algunos aspectos fundamentales de la Ley de Leyes. De todas maneras, se estima que la presentación de este borrador del presupuesto responde al cumplimiento de la Ley Administrativa que establece que todos los 15 de septiembre debe ingresar al Congreso.

Presupuesto 2020: inflación del 34%, dólar promedio a $67 y crecimiento del 1%

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Con los controles, el dólar tomó diversas formas: todas tienen sus precios y secretos

El mercado se prepara para nuevas regulaciones cambiarias y para inventar nuevos movimientos que apunten a dolarizar las carteras evitando las regulaciones

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El cupo de $10 mil mensuales –que en cuentas corrientes a nombres de los cónyuges, se duplica– hizo nacer al dólar "rulo" que consiste en comprar el cupo en el banco y luego transformarlo en bonos en dólares para luego venderlos y tomar la ganancia por la diferencia de precio con el adquirido en bancos y casas de cambio. La diferencia puede llegar a 4 centavos por dólar, y ahora el Central busca contenerlo.

El "contado con liquidación", que consiste en triangular pesos, bonos en dólares y dólar billete, es el más caro. Se está acercando a los $70 peligrosamente porque hay rumores de que va a haber regulaciones sobre esta operación. También está el dólar MEP o Bolsa, que es el que se utiliza para hacer el "rulo".

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Con los controles, el dólar tomó diversas formas: todas tienen sus precios y secretos
 

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El uso de maquinaria bajó al 58,7 por ciento

La industria produce como en 2002


En julio se anotó otra caída en la utilización del equipamiento fabril. Las automotrices están en un mínimo del 30 por ciento.






El uso de capacidad instalada en la industria descendió en julio hasta el 58,7 por ciento. El desplome de la demanda interna, el alza en los costos de producción tras la devaluación, la apertura comercial y las altísimas tasas de interés mantienen paralizada la actividad fabril. El empleo de maquinarias y equipos se ubica así en niveles similares a los observados durante la crisis de 2002.

Se trata de la quinta marca más baja desde el comienzo del gobierno de Mauricio Macri. La medición oficial evidencia un retroceso de 1,4 puntos porcentuales frente a los registros observados durante el mismo mes del año pasado, cuando el indicador marcaba 60,1 por ciento. A su vez, el registro difundido por el Indec marcó una caída de 0,4 puntos frente al 59,1 por ciento de junio.

Durante el séptimo mes de 2019 la caída en la utilización alcanzó a 9 de los 12 sectores relevados por el Indec. Las únicas actividades que mostraron un tímido desempeño favorable frente al mismo período del año pasado fueron la refinación de petróleo, la producción de alimentos y el sector texti,l aunque ese comportamiento no significa que atraviesen una situación de holgura. El desempeño global del indicador acompaña el comportamiento recesivo del índice de producción industrial, que en julio registró una disminución de 6,9 por ciento respecto a igual mes de 2018. El marcado deterioro sectorial se profundizó como consecuencia de la corrida cambiaria y financiera que siguió a la derrota del oficialismo en las elecciones de agosto.

La parálisis en la producción automotriz la llevó a marcar un nivel de utilización de la capacidad instalada mínimo, del 30,0 por ciento, 18,1 puntos por debajo del registro observado en julio de 2018. El bloque de sustancias y productos químicos registró un uso del 47,5 por ciento, inferior al 50,8 por ciento observado doce meses atrás. El desempeño se explica por la menor producción de químicos básicos, detergentes y jabones, y materias primas plásticas asociada a la caída del consumo interno.

El Indec precisó que algunas plantas todavía registraban en julio problemas vinculados al apagón de junio. Otros bloques sectoriales que marcaron caídas y además se ubicaron por debajo del nivel general de la industria son Edición e impresión (58,1 por ciento), productos de caucho y plástico (51,6 por ciento) y la industria metalmecánica excepto automotores (48,5 por ciento). Los únicos bloques que presentaron niveles de empleo de maquinarias y equipos por encima del 70 por ciento fueron las industrias metálicas básicas (79,3), refinación del petróleo (75,1) y papel y cartón (72,9).

La profunda crisis industrial es acompañada por un proceso de destrucción de puestos de trabajo. Durante junio se contabilizó la pérdida de 4200 empleos frente a mayo, que ascendieron hasta los 62.700 empleos en doce meses. Los registros del Sistema Integrado Previsional Argentino muestran que el empleo industrial retrocedió en 42 de los 43 meses de la gestión de Macri cubiertos por las estadísticas. Suman 151.304 los puestos de trabajo manufactureros destruidos desde que comenzó el gobierno de Cambiemos.

La industria produce como en 2002 | El uso de maquinaria bajó al 58,7 por ciento
 

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JP Morgan y Moddy's advirtieron otra vez sobre los riesgos de la economía argentina

Ambas entidades estadounidenses coincidieron en que las reservas seguirán cayendo y dudan sobre las fechas de desembolso de USD 5.400 millones del FMI
12 de septiembre de 2019








En un informe distribuido a sus clientes, el banco de inversión JP Morgan recomendó este miércoles vender acciones argentinas, frente a un panorama negativo para el país en el corto plazo. La calificadora financiera Moody's, en tanto, adviertió que podría haber más salida de depósitos y analiza un escenario de posibles nuevas medidas que endurezcan el control de cambios.

"Nuestra calificación de neutral para la Argentina fue una consecuencia de la incertidumbre política en el período postelectoral. Las primarias (PASO) adelantaron la resolución a esa incertidumbre. Si bien el mercado está muy deprimido, preferimos no tener exposición (a las acciones argentinas) hasta que mejore la visibilidad", explicó JP Morgan en su informe.

El principal riesgo sería que el próximo gobierno termine implementando políticas que no son tan negativas como las expectativas actuales. Sin embargo, creemos que teniendo en cuenta el escenario actual, tomaría mucho tiempo restaurar la confianza para permitir que los flujos vuelvan a las acciones argentinas (JP Morgan)

En el informe de la firma estadounidense, advierten que decidieron "neutralizar" su exposición a la Argentina mientras que las encuestas previas a las elecciones presidenciales mostraban que la diferencia entre los dos candidatos —Mauricio Macri y Alberto Fernández— era muy ajustada.

Pero que luego de la "sorpresa significativa" que significaron los resultados de las PASO, con una amplia diferencia para el candidato de la oposición, asumieron que Fernández será el próximo presidente del país, lo que plantea "preguntas" sobre las políticas macro a futuro.

"La importante turbulencia financiera que desencadenaron las primarias implicó que las autoridades argentinas hayan tomado medidas como el reperfilamiento de la deuda pública, las restricciones a los dividendos y los controles de capital. Nuestra percepción es que el flujo de noticias negativas podría continuar, ya que todavía hay presión sobre las reservas de la Argentina debido a los retiros de depósitos en dólares", detallaron.

También mencionaron las posibilidades de que la Argentina pueda perder la clasificación de "mercado emergente" (EM) por parte de MSCI. "En este contexto, hemos decidido bajar la calificación de la Argentina. El principal riesgo sería que el próximo gobierno termine implementando políticas que no son tan negativas como las expectativas actuales. Sin embargo, creemos que teniendo en cuenta el escenario actual, tomaría mucho tiempo restaurar la confianza para permitir que los flujos vuelvan a las acciones argentinas", indicaron.

Como una de las conclusiones del informe, JP Morgan rebajó la calificación de la Argentina en su cartera y decidió eliminar las acciones del país. La excepción fue para Mercado Libre, a la que consideran que representa un "punto de entrada" atractivo.

Según el informe, podría haber más noticias negativas en el corto plazo para la Argentina. Los analistas de JP Morgan mencionan cinco puntos:

– Las reservas siguen disminuyendo a medida que continúan los retiros de depósitos en dólares.

La incertidumbre con respecto al desembolso de USD 5.400 millones del FMI que se esperaba para mediados de septiembre.

– La posible reclasificación de Argentina por parte de MSCI.

– El hecho de que sea improbable que Alberto Fernández modere su discurso antes de las elecciones del 27 de octubre.

– Y las nuevas revisiones a la baja de las estimaciones macro.




Moody's también



Moody's, en tanto, publicó un informe en el que advierte mayores presiones para las reservas internacionales del Banco Central, luego de la caída de 30% de los depósitos en dólares del sector privado, que en una porción componen los activos de la entidad.

Por ello, la calificadora anticipa una continuidad en la pérdida de reservas, que se redujeron casi USD 16.000 millones en el mes posterior a las elecciones primarias, y prevé "controles de capitales adicionales" a los anunciados a fines de agosto, para ponerle contención al drenaje de divisas.

"En la mayoría de los países, las autoridades dependen de las reservas internacionales para intervenir en el mercado de divisas y limitar la volatilidad de los tipos de cambio y cubrir los pagos de la deuda externa", precisó la calificadora de riesgo.

"En Argentina, las reservas también se utilizan para cubrir los depósitos de los bancos de divisas, que generalmente disminuyen en tiempos de inestabilidad financiera. En vista de ello, siguen existiendo perspectivas de pérdidas continuas de reservas, lo que aumenta la probabilidad de que las autoridades impongan controles adicionales en un futuro próximo", expresó el informe.

Por otra parte, Moody's hizo foco en la dilación del Fondo Monetario Internacional para ponerle fecha al desembolso de USD 5.400 millones previsto para este mes. "Una cancelación podría desencadenar una severa reacción de mercado, generar una significativa inestabilidad macro-financiera y comprometer aún más la débil posición crediticia de Argentina", advirtió.

"Creemos que es probable que el desembolso se retrase hasta que el FMI obtenga más claridad sobre la futura dirección de la política; en particular, la política fiscal y los planes de reestructuración de la deuda de la próxima administración, incluidos los pagos adeudados al FMI", expresó Moody's.


JP Morgan y Moddy's advirtieron otra vez sobre los riesgos de la economía argentina
 

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La crisis económica argentina es el resultado de errores evitables

Mohamed El-Erian para The Guardian
11 de septiembre de 2019





Inversores y analistas económicos han comenzado a hacerse la misma pregunta que formulé en un artículo publicado hace 18 años: "¿Quién perdió a la Argentina?". A fines de 2001, mientras se intensificaba la búsqueda de culpables, el país iba camino de incumplir el pago de sus deudas, caer en una profunda recesión y sufrir una pérdida duradera de credibilidad internacional. Ahora, para los papeles de víctima y acusador vuelven a competir muchos de los candidatos de antes, y se sumaron otros. Intencionalmente o no, todos están repitiendo una tragedia evitable.

Tras un mal resultado en las elecciones primarias, el presidente Mauricio Macri busca otro mandato en condiciones económicas y financieras que prometió que nunca volverían. El país impuso controles de capitales y anunció un reperfilamiento del pago de sus deudas. Moody's degradó la deuda soberana argentina, hundiéndola más en el territorio de los bonos basura, y Standard & Poor's la declaró en default selectivo. Mientras se desarrolla una recesión profunda, la inflación está en niveles muy altos, y es casi seguro que habrá un aumento de la pobreza.

No han pasado aún cuatro años desde que Macri asumió el cargo y comenzó a implementar una agenda de reformas ampliamente elogiada por la comunidad internacional. Pero después de eso el país se metió en problemas y recibió del Fondo Monetario Internacional un préstamo por un monto récord.

El compromiso de las autoridades económicas y financieras de Argentina con un ambicioso programa de reformas no las libró de cometer varios errores no forzados. La disciplina fiscal y las reformas estructurales se aplicaron en forma despareja, y el banco Central dilapidó su credibilidad en momentos clave.

Sobre todo, las autoridades argentinas actuales cayeron en la misma tentación que malogró a las anteriores. En un intento de compensar la lentitud en la mejora de la capacidad interna, permitieron una acumulación excesiva de deuda denominada en moneda extranjera, que agravó lo que los economistas denominan "el pecado original": un descalce de monedas significativo entre activos y pasivos, y entre ingresos y pagos de la deuda.

Peor aún, esta deuda la compraron no sólo inversores con experiencia en los mercados emergentes, sino también "inversores turistas" en busca de rendimientos superiores a los disponibles en los mercados de sus propios países. Los segundos tienden a carecer de conocimiento suficiente sobre la clase de activos en la que se están metiendo, y por eso son notorios por contribuir a que sus precios sobrerreaccionen (hacia arriba o hacia abajo).

Impertérritos ante el historial argentino de volatilidad crónica y episodios de iliquidez (incluidos ocho defaults anteriores), los acreedores acumularon toda la deuda que el país y sus empresas emitieran, incluida la muy exitosa emisión de un bono a cien años por el que se recaudaron 2.750 millones de dólares a un tipo de interés de apenas el 7,9%. Al hacerlo, empujaron los intereses de la deuda argentina muy por debajo de lo que justificaban las condiciones económicas, financieras y de liquidez, lo que alentó a las entidades argentinas a emitir más bonos, a pesar del debilitamiento de los fundamentos.

La búsqueda de rendimientos contó con el aliciente de unas políticas monetarias inusualmente laxas en las economías avanzadas: tasas de referencia ultrabajas (negativas en el caso del Banco Central Europeo) y flexibilización cuantitativa. Y así, bancos centrales con importancia sistémica (el Banco de Japón, la Reserva Federal de los Estados Unidos y el BCE) son los nuevos participantes de la vieja búsqueda argentina de culpables.

Además, influidos por años de fuerte apoyo de los bancos centrales a los mercados de activos, los inversores estaban condicionados para esperar niveles amplios y predecibles de liquidez (un "factor global común" coherente) que compensaran toda clase de debilidades crediticias individuales. Y este fenómeno se acentuó por la proliferación de inversiones pasivas, con índices que en la mayoría de los casos usan una ponderación basada en el valor de mercado de la deuda en circulación (es decir, cuanta más deuda emita un mercado emergente, como Argentina, más peso tendrá en muchos índices).

Luego está el FMI, que acudió una vez más en ayuda de Argentina cuando en 2018 varios fallos de política interna pusieron nerviosos a los inversores. Hasta ahora, Argentina recibió 44.000 millones de dólares como parte del acuerdo de financiación más grande en la historia del FMI. Pero desde el primer día, el programa del FMI fue blanco de críticas por los supuestos que formuló en relación con las perspectivas de crecimiento de Argentina y su sendero hacia la viabilidad financiera a más largo plazo. Justamente los mismos defectos que plagaron los programas anteriores de ayuda del FMI a Argentina, incluido en esto el proceso particularmente caótico que llevó al default de 2001.

Como en Asesinato en el Orient Express, de Agatha Christie, casi todos los involucrados tuvieron algo que ver con la debacle económica y financiera que se desarrolla en Argentina, y todos son también sus víctimas, habiendo sufrido un daño a la reputación y, en algunos casos, pérdidas financieras. Pero esos costos no son nada en comparación con los que enfrentará el pueblo argentino si su gobierno no actúa pronto (en cooperación con los acreedores privados y con el FMI) para revertir el deterioro económico y financiero.

Gane quien gane la elección presidencial del próximo mes, el gobierno argentino debe abandonar la idea de que tiene ante sí una disyuntiva excluyente entre aceptar o rechazar todas las demandas del FMI y de los acreedores externos. Como Brasil bajo el entonces presidente Luis Inácio Lula da Silva en 2002, Argentina tiene que emprender un tercer camino, mediante un programa de ajuste y reformas que pongan más énfasis en proteger a los sectores más vulnerables de la sociedad. Con apoyo suficiente de la ciudadanía, ese programa daría un sendero compatible con los mecanismos de incentivo, con el cual encarar la recuperación en cooperación con los acreedores y con el FMI.

En vista de la desaceleración de la economía global y del riesgo creciente de volatilidad financiera en todo el mundo, no hay tiempo que perder. Todas las partes con intereses en Argentina tienen algo que aportar para evitar que se repitan la depresión y el default caótico de principios de este siglo. Gestionar una recuperación con raíces locales no será fácil, pero es posible, y es mucho mejor que las alternativas.

El autor es asesor económico principal de Allianz. Fue presidente del Global Development Council de Barack Obama y subdirector del FMI.
 

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