Macri dejó una trampa que condicionara la economía en los próximos años. Las opciones de negociación de la deuda
Default sí; default no
Los caminos que existen son seguir pagando el actual stock de deuda, conseguir una quita de capital leve, intentar una quita importante o directamente transformar el default virtual en uno abierto. En un contexto regional e internacional complejo, ninguna de esas alternativas garantizaría una salida vigorosa de la recesión macrista.
Por
Alfredo Zaiat
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Las versiones de canje que circulan por el mercado van desde una amigable, con un quita del 15 por ciento, hasta una audaz, del 50 por ciento. El consenso que va ganando entre operadores es que se ubicará finalmente entre el 30 y 40 por ciento.
El esquema que se discute es sobre cuántos años habrá de período de gracia (no pagar capital ni intereses), qué disminución de la tasa de interés habrá para los cupones semestrales de los bonos, cuál será la extensión del plazo de pago del capital y si habrá o no quita nominal del capital.
En la determinación de cómo quedará cada una de esas variables se alcanzará una cifra de quita según al cálculo de valor presente neto. Es el método que consiste en descontar el capital residual al momento actual (es decir, actualizar mediante una tasa de interés todos los flujos de caja futuros).
Habrá propuestas diferentes para cada bono. Como explica el economista Emmanuel Álvarez Agis,
una sola propuesta, horizontal (igual) para todos los bonos, como especulan en la city, no servirá porque si se extiende 5 años el plazo de un bono corto (de vencimiento final en pocos años, por ejemplo el Bonar 2024) lo destruiría en términos de valor, y si se hace lo mismo con uno largo (el Bonar 2037) casi no lo afectaría.
Por eso señala que, en términos generales, se puede hablar de una cifra de quita (en valor presente neto) que sería el "espíritu" de la propuesta global, pero que finalmente habrá ofertas diferentes para bonos cortos, medios y largos, para maximizar el ingreso de acreedores al canje.
La trampa es tan afinada que, en caso de no patear el tablero con un default abierto, el acuerdo con los acreedores tiene que ser tan equilibrado para que pueda ser presentado por el gobierno como un "éxito", al tiempo que deje conforme a los grandes fondos de inversión. Esta aceptación es la que permitiría a la economía argentina regresar al mercado voluntario de crédito internacional para poder refinanciar los futuros vencimientos de capital de la deuda.
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La negociación es compleja porque, como detalla el último reporte del Ceso, dentro de los títulos bajo legislación extranjera hay de diferentes condiciones, puesto que los emitidos en el marco de los canjes 2005 y 2010 (unos 23 mil millones de dólares) r
equieren el acuerdo del 66 por ciento de los tenedores de cada serie y el 85 por ciento del total de los bonos elegibles de reestructuración, mientras que
aquellos emitidos a partir de 2016 son más flexibles ya que requieren la aceptación del 51 por ciento de cada serie y el 66 por ciento del total.
Habrá ofertas para cada uno de esos bonos, pero es probable que la mayoría de los títulos de los canjes del kirchnerismo no puedan ser refinanciados. Quedaría entonces en el centro de la negociación un stock de deuda más acotado.
Los fondos que administran carteras de inversión no quieren que haya quita del capital nominal. Ellos pueden diluir en el saldo de las cuentas de sus clientes una menor tasa de interés y una extensión de los plazos. Pero una reducción abrupta del capital nominal se reflejaría en forma inmediata en la rentabilidad de la cartera, perdiendo así credibilidad y prestigio frente a sus inversores.
La disputa de nervios que existe ahora entre el equipo económico y grandes fondos de inversión es
si se aplica o no una quita nominal. Se trata de un juego de equilibrio financiero entre tasas de interés, plazos y capital para alcanzar una reducción del 30 al 40 por ciento en el valor presente neto promedio del total del pasivo.
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