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Martín Guzmán tiene una tarea urgente por delante: evitar el default total de la deuda

El economista de La Plata y discípulo de Joseph Stiglitz tiene los pergaminos para ocuparse del tema, ya que es un especialista en reestructuraciones. Según él mismo indicó en su último trabajo académico, todo debería quedar resuelto en marzo. Será la precondición para volver a crecer

Por Pablo Wende
8 de diciembre de 2019







Al presentar a su gabinete de ministros, Alberto Fernández ya anunció escuetamente cuáles serán sus primeros pasos ni bien asuma. Habló básicamente de darles un aumento a jubilados, beneficiarios de planes sociales y empleados públicos, lo que seguramente se implementará a través de un bono de “emergencia”. También se refirió a los “trabajadores de menores ingresos”, por lo que se supone que habría alguna medida en relación a este grupo, cuyo peso recaerá en las empresas. Además, aseguró que no habrá “congelamiento” de precios, pero al mismo tiempo aclaró que “revisará” si hubo aumentos excesivos en la previa a la asunción del nuevo gobierno.

Estas medidas serán acompañadas por una importante expansión de la cantidad de dinero. El Banco Central ya emitió $170.000 millones en las últimas dos semanas y se calcula que hasta fin de año serían otros $130.000 millones. El aumento de la base monetaria llegaría así a casi un 20% en pocas semanas, algo que es seguido con atención por los economistas.

El peligro es que estos pesos no tengan demanda suficiente y terminen generando más presión sobre el dólar y otra espiral inflacionaria. La clave será febrero: allí se verá si el Central ya con la conducción de Miguel Pesce prende la “aspiradora” para llevarse este dinero sobrante. Pero también podría imponerse una visión más “heterodoxa”, según la cual la emisión de dinero hasta ciertos límites no es culpable del aumento de precios.

La mejora del poder adquisitivo en el corto plazo, junto al pacto social para reducir la inflación y la expansión de la base monetaria que llevaría a menores tasas de interés, serán el “combo” de las medidas de urgencia que adoptará el nuevo Presidente. Se trata de arrancar la gestión con el “pie derecho” y llevando alivio a las familias. El objetivo es conseguir una rápida reactivación de la economía a partir de las fiestas y que se prolongue durante el verano. En general, los analistas económicos coinciden en que es posible conseguir este efecto de cortísimo plazo, aprovechando además la expectativa que genera cualquier gobierno en el arranque. Algo así como una “luna de miel”, pero en medio de un clima tormentoso.

Pero más allá de las medidas de urgencia, lo que definirá la posibilidad de salir de la recesión y recuperar el crecimiento de la economía será la renegociación de la deuda. El propio ministro de Economía designado, Martín Guzmán, había reconocido en entrevistas previas que se trata de una tarea prioritaria.

Su propuesta, presentada el 20 de noviembre pasado en una reunión de la ONU en Ginebra, fue adelantada por Infobae y reiterada posteriormente hasta el hartazgo. Ya es posible hasta repetirla de memoria: extensión de plazos de pago de capital, dos años de gracia para los intereses y cierre de todo el proceso en marzo de 2020. Al mismo tiempo, se debe presentar un programa que establezca un horizonte para ir hacia el superávit fiscal primario.

La clave de todo lo mencionado anteriormente es el plazo: en menos de cuatro meses habrá que encarar una tarea titánica: renegociar la deuda con los bonistas privados, pero al mismo tiempo llegar a un nuevo acuerdo con el FMI. Para colmo a partir del 20 de diciembre no queda virtualmente nadie en Washington ni en Nueva York por las fiestas (pensando en burócratas del FMI y ejecutivos de grandes fondos de inversión), por lo que se trata casi de un mes perdido. La actividad se retoma a pleno recién a partir del 10 de enero.

¿Conseguirá el nuevo gobierno una rápida y exitosa renegociación de la deuda? Las opiniones están muy divididas en el mercado. Un informe elaborado por Alberto Bernal, analista de XP Securities y experto en el mercado argentino, consideró el viernes que la propuesta de Guzmán es la adecuada y tiene buenas posibilidades de cerrarse adecuadamente.

Según el experto, los bonos argentinos tienen un potencial de aumento de 100% respecto a los niveles actuales, ya que las quitas que llevará adelante el futuro gobierno son suaves. En este escenario, la Argentina volvería a tener acceso a los mercados financieros a tasas inferiores al 10% anual en dólares, ya que el castigo a los inversores habrá sido muchísimo menor al de la quita récord del 2005.

Pero no todos lo ven con este optimismo. Un extenso de informe de la consultora Economía y Regiones, que dirige Diego Giacomini, plantea un escenario lapidario: “La Argentina se dirige a un default pleno tanto en la esfera doméstica como en el escenario internacional. Creemos que la reestructuración de la deuda caerá en saco roto en el corto plazo”.

Un nuevo default abortaría en muy poco tiempo la recuperación de la actividad económica, a partir de las medidas de estímulo que propondrá la administración de Alberto Fernández prácticamente desde el primer día de su asunción.

El riesgo país arriba de los 2.300 puntos básicos demuestra que los inversores siguen sumamente cautelosos y por ahora no “compran” la posibilidad de que efectivamente se avance hacia una reestructuración “amigable”.

Uno de los comentarios que realizó el futuro presidente también aumenta los interrogantes. Según explicó, el proyecto de Presupuesto 2020 recién sería presentado en marzo o abril. Pero tardar cuatro meses es una eternidad. ¿Qué pasará con los subsidios? ¿Habrá recorte de gastos y en qué areas? Y lo más importante, ¿qué pasará con el resutlado fiscal, a cuánto ascenderá el déficit fiscal si es que lo hay?

Todas estas preguntas son imprescindibles para entender cuál es realmente el plan económico sino para darle mayor solidez a la propuesta de reestructuración de la deuda. Es casi imposible la reestructuración sin tener antes un nuevo acuerdo con el FMI y un Presupuesto 2020 aprobado por el Congreso.

Martín Guzmán tiene una tarea urgente por delante: evitar el default total de la deuda
 
Reportaje a Eric Toussaint, portavoz de la Red Internacional CADTM, opinó sobre la propuesta de suspensión de pagos

“La propuesta de Guzmán le vendría bien a Argentina y al mundo”


El economista belga sostiene que Argentina debería “desconocer” el acuerdo que firmó Macri con el FMI, porque viola normas constitucionales locales y las reglas del organismo, y además fue suscripto bajo presión del gobierno de Trump.

Por Raúl Dellatorre






“Argentina tiene una oportunidad histórica de desconocer el acuerdo con el FMI, porque tiene argumentos para hacerlo”, sostiene Eric Toussaint, portavoz de CADTM, red internacional que aboga por la anulación de la deuda del Tercer Mundo.

Estuvo en Buenos Aires en la semana anterior, en la que participó de una Audiencia Púbica sobre qué hacer con la deuda, convocada por la diputada nacional Fernanda Vallejos. Toussaint elogió la propuesta de Martín Guzmán, el ministro de Economía designado, de suspender por dos años el pago de capital e intereses.

“El desconocimiento del acuerdo con el FMI respaldado en la Doctrina internacional de la deuda odiosa consolidaría esa posición, y generaría una corriente de simpatía en el mundo”, afirma el economista belga, que subraya que “Macri no tenía potestad para firmarlo y el FMI fue contra sus propios estatutos y bajo presión de Trump para dar semejante crédito, porque además conocía las consecuencias: el pueblo argentino no tiene por qué hacerse cargo”.




El tema deuda pareciera ser una de las claves del nuevo gobierno. ¿Qué opinión le merece la actual situación argentina?

Claro, todos los días vemos en las noticias el tema de la deuda, del FMI, si aceptar nuevos desembolsos o no, la propuesta de Martin Guzmán de suspensión durante dos años de los pagos. Se ve que hay una atmósfera de debate en torno a lo que hay que hacer con la deuda. Es una situación muy interesante, porque es un cambio de gobierno que, de cierto modo, podría ser un cambio de régimen respecto a los cuatro años de Macri. Y frente a un plan de rescate del FMI, el más masivo de toda su historia, 57 mil millones de los cuales 44 mil desembolsaron. El nuevo gobierno se encuentra en una encrucijada, y yo diría, en mi opinión, que el gobierno tendría que desconocer el acuerdo con el FMI. Porque no se respetó la Constitución Nacional en los procedimientos legales para contratar esa deuda. Las mismas reglas del FMI no fueron respetadas por el propio FMI. Sólo puede otorgar un crédito si ese crédito hace sostenible la deuda del país que lo recibe, y otorgar 57 mil millones en la situación económica que atravesaba Argentina, ningún economista serio del FMI puede afirmar que era razonable y respetuoso de las reglas del propio FMI. Está claro que hubo una intervención del presidente de Estados Unidos para ayudar a Mauricio Macri, que llevaba una política conforme a los intereses de Estados Unidos en la región. Y quería ayudar a Macri a quedarse en el poder.

¿Argentina tendría que cuestionar o desconocer el acuerdo?

Desconocer. Porque cuestionar no sirve realmente. Se han acostumbrado en el FMI a los cuestionamientos. Debería tomar una posición fuerte y decir que el pueblo votó para un cambio de gobierno, el crédito otorgado a la Argentina es contrario al interés de la Nación, por lo tanto no nos sentimos obligados a seguir con ese acuerdo. Se demostró con los resultados, que no es por razones ideológicas, sino que no se respetó la Constitución y los resultados nefastos de ese crédito están a la vista. Entonces ahí, mi planteo es argumentar en función de la doctrina de la deuda odiosa.

Hay una interpretación incorrecta de la doctrina, según la cual un gobierno puede desconocer una deuda considerada odiosa si fue contratada por un régimen autoritario o despótico. Cuando la doctrina de la Deuda Odiosa dice que la naturaleza del régimen que contrató no importa. Lo dice claramente: lo que importa es el uso que se hizo de la deuda contratada y el propósito de la contratación.

Esa doctrina dice que si la deuda ha sido contratada contra el interés de la Nación, el Estado o el pueblo, y los acreedores no pueden demostrar que no sabían cuál iba a ser el uso de la deuda, puede ser desconocida. Revierte la carga de la prueba: es el acreedor quien debe demostrar que no tenía condiciones de saberlo.

Claro, tomar ese criterio indicaría para Argentina una situación muy fuerte; no mantenerse en una situación de denuncia sino en un acto soberano unilateral, basado en argumentos de derecho internacional e interno respecto de la Constitución Nacional y los procedimientos legales para contratar deuda. El gobierno actual podría decir “no podemos cargar sobre nuestro pueblo una deuda que fue contratada contra su interés y sin respetar las reglas mínimas democráticas. Entonces, mi consejo a Alberto Fernández y a su equipo de gobierno es decir, asumiendo el tema, que hay un cambio de gobierno y las condiciones en la cual se firmó el acuerdo hacen que ese tratado no se reconozca, Macri lo firmó sin la potestad de hacerlo, y el FMI lo firmó sabiendo las consecuencias.

¿Qué indican los antecedentes? ¿Los países deudores pudieron lograr el reconocimiento internacional de que esa deuda no correspondía pagarse?

Sí, muchos. La doctrina de la deuda odiosa se elabora en los años 20 del siglo pasado, y toma los antecedentes y jurisprudencia de casos ocurridos entre fines del siglo 18 y principios del 20. En Estados Unidos, en 1837, en cuatro estados, Arkansas, Misouri, Michigan y Florida, tuvieron una crisis bancaria, el pueblo se reveló denunciando a los gobernadores anteriores por haber contratado deudas sin respetar las reglas, acuerdos con banqueros sospechados de corrupción. Loa nuevos gobiernos repudiaron la deuda, y los banqueros intentaron impugnar ante la Corte Suprema de EEUUese repudio, pero la Corte le dio la razón a las nuevas autoridades de los 4 estados que repudiaron la deuda. Es un ejemplo interesante, es una denuncia de la población no por temas dictatoriales sino por corrupción y conflicto de intereses. En México, Benito Juarez (presidente a partir de 1857) desconoció la deuda contratada por el régimen anterior con banqueros franceses. Se impuso la posición de México a nivel internacional y, luego de un período de conflictos, al poco tiempo los demás estados firmaron tratados con México reconociendo al gobierno de Juárez a pesar del repudio de la deuda internacional. Hay una cantidad de ejemplos y actos de repudio de la deuda.

¿Y que reacción internacional cabría esperar si Argentina adoptara una actitud así? ¿Qué aliados y que adversarios tendría?

La pregunta que habría que hacerse es cuál podría ser la represalia del FMI. El tema es preguntarse, ¿Precisa Argentina depender de los mercados financieros para financiar la recuperación económica? O se puede financiar con el dinero que debería pagarle al FMI, como se hizo entre 2002 y 2005, que le permitió al gobierno reincentivar la actividad económica y tener un crecimiento real?. Mi convicción es que, en la situación actual, Argentina podría a partir de sus fuerzas internas (el mercado consumo es el 70 por ciento del PBI argentino) distribuir más poder de compra a la mayoría de la población, mejorar sus condiciones de vida, salarios, jubilaciones y tener gasto público. Podría reactivar la economía rápidamente, generar empleo, demanda para los productores internos. Cuando el otro esquema es mantener el acuerdo con el FMI, encontrar el dinero para pagar a los bonistas privados, lo que implica nuevos empréstitos para refinanciar capital y pagar los intereses, mientras se mantiene un acuerdo con el FMI que no va a aceptar políticas distributivas. Va a exigir las mismas políticas por las que el pueblo de Ecuador se levantó, como en otros lugares.

Entonces, creo que hay una oportunidad histórica que se ofrece al pueblo argentino y a su gobierno, que no tiene que asumir lo que hizo el gobierno anterior. El nuevo gobierno tiene los argumentos para decir: no tenemos por qué cargar ahora con la responsabilidad de perjudicar al pueblo. Y eso para Argentina no generaría una situación caótica, el gobierno podría tomar esa ruta y generar una campaña internacional de simpatía con tal decisión.

Es una decisión política fuerte y audaz…

Claro, eso implica tener mucha fuerza, mucho coraje. Pero hubo épocas de la historia de Argentina, con los que el nuevo gobierno se identifica, que se pusieron de pie, como el de Juan Domingo Perón, que estuvo en conflicto con el FMI en los 50, y otros en la región como los regímenes desarrollistas de Lázaro Cárdenas (México) y Getulio Vargas (Brasil) que, al igualk que Perón, lograron, enfrentándose con intereses exteriores e internos, cosas favorables al pueblo, que hacen que Argentina sea diferente hoy en día a Chile o al Brasil de Bolsonaro.

¿Advierte que esta discusión esté presente en el escenario argentino, como para plantearla como alternativa de política de Estado?

Creo que esa discusión surge directamente de la situación. Que alguien como Martín Guzmán, o Stiglitz, apoyen la idea de suspensión unilateral de pago, eso ya lleva a una confrontación. Me parece que es una propuesta clara, que al menos una suspensión de pago le vendría bien a Argentina. Lo que digo es que, para consolidar la posición de Argentina de impago, hay que plantear que ese acuerdo con el FMI debe desconocerse. No solamente tener un default técnico diciendo no tengo la plata para pagar, sino que además el pueblo de Argentina no tiene que pagarla por tal y tal razón. Ponerse de pie como gobierno para hablarle a la comunidad internacional. Estoy seguro que dentro del marco de referentes como Krugman, Roubini, Stiglitz, va a ser aplaudida.

“La propuesta de Guzmán le vendría bien a Argentina y al mundo” | Reportaje a Eric Toussaint, portavoz de la Red Internacional CADTM, opinó sobre la propuesta de suspensión de pagos
 
Con la mira en Vaca Muerta, Nielsen presidirá YPF y el CEO sería un hombre de Galuccio

El ex secretario de finanzas busca blindar el yacimiento

Por Juan Strasnoy Peyre





Luego de sonar para varios cargos en el próximo Gobierno, finalmente Guillermo Nielsen recalará en la presidencia de YPF, la petrolera de bandera y una de las mayores empresas del país. Su foco estará puesto en recomponer el balance de la compañía, que perdió más de $23.000 millones en los tres primeros trimestres, y potenciar el desarrollo de Vaca Muerta, en donde deberá articular con Sergio Lanziani, quien asumirá como secretario de Energía.

Nielsen ya trabaja en la conformación de su equipo de colaboradores, mientras en la cúpula del Frente de Todos terminan de definir quién lo secundará. Uno de los principales candidatos a convertirse en su CEO es Juan Garoby, un hombre cercano a Miguel Galuccio y actual ejecutivo de Vista Oil & Gas, la petrolera fundada por el expresidente de YPF durante el Gobierno de Cristina Fernández de Kirchner. Justamente, su nombramiento correría por cuenta de la vicepresidenta electa. “Es una posibilidad muy firme aunque todavía no hay confirmación”, le dijo a BAE Negocios una fuente al tanto de las conversaciones.

La otra opción es que el cargo quede para el actual vicepresidente de la compañía, Carlos Alfonsi, quien lleva tres décadas en la empresa.

Según supo este diario, Nielsen decidió bajar su perfil de cara al inicio de su gestión y abocarse a los vínculos con otras firmas del sector, al tiempo que buscará voceros para su nueva tarea.

El exsecretario de Finanzas es el principal promotor del blindaje de Vaca Muerta dentro del armado de Alberto Fernández. Se trata de un proyecto que apunta a darle garantías de estabilidad regulatoria, beneficios fiscales y un régimen especial de disponibilidad de divisas pese al cepo, con el fin de estimular las inversiones en el sector. Además, quiere que el Gobierno impulse el desarrollo de la estructura necesaria para exportar gas natural licuado a gran escala y traer dólares al país.

Pero deberá convivir con otras posturas. Lanziani y los equipos técnicos del PJ trabajan en una iniciativa para declarar la emergencia tarifaria y, así, congelar los precios por cerca de seis meses. Todo en el marco de la planificación de un sendero hacia la pesificación de la energía.

Con la mira en Vaca Muerta, Nielsen presidirá YPF y el CEO sería un hombre de Galuccio
 

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