Titoli di Stato area non Euro ARGENTINA obbligazioni e tango bond (8 lettori)

tommy271

Forumer storico
El S&P Merval bajó un 0,9% y encadenó su tercera caída consecutiva

FINANZAS15 Enero 2020

El índice líder S&P Merval descendió a 41.246 unidades. Ocurrió en una plaza cauta de negocios luego de que la provincia de Buenos Aires pidiera postergar el pago de un vencimiento de deuda en momentos en que el Gobierno encara la reestructuración de deuda soberana.







La bolsa porteña cerró en baja este miércoles, afectada por los temores que conlleva la propuesta de retraso en el pago de deuda de la influyente provincia de Buenos Aires, en momentos en que el Gobierno nacional encara una reestructuración de deuda soberana.

El índice líder S&P Merval de Bolsas y Mercados Argentinos retrocedió un 0,9%, a 41.246,2 unidades y encadenó su tercera caída consecutiva.

Las principales bajas son registradas por las acciones de BBVA (-5,1%), Central Puerto (-4,3%) y Grupo Supervielle (-4,2%). Mientras que las alzas más importantes fueron anotadas por Cablevisión (5,5%), Aluar (4,1%) y Ternium (2,6%). Fue en sintonía con las ADR argentinas en Wall Street, que cayeron hasta 5%.

El martes, la Provincia de Buenos Aires pidió a los tenedores del bono 2021 poder postergar hasta mayo el pago de una amortización por más de 250 millones de dólares que vence el 26 de enero, dijo el martes el gobierno provincial.

El anuncio oficial se produce cuando el mercado aguarda señales sobre una reestructuración de deuda nacional luego de que el presidente Alberto Fernández dijera que el 31 de marzo es la fecha límite para renegociar los pasivos.

El retroceso se produjo a contramano de la Bolsa de Nueva York, donde los principales índices cerraron en positivo después de que Estados Unidos y China firmaron un acuerdo para descomprimir su guerra comercial.


Bonos y riesgo país


En lo que respecta a la renta fija, los principales bonos pagaderos en dólares operaron mixtos en su especie D mientras que en la plaza en pesos la mayoría operó al alza a excepción del Bonar 2024 que retrocedió en ambas especies.

Por otro lado, los bonos pagaderos en pesos se recuperaron luego de la fuerte caída experimentada del martes.

El riesgo país -elaborado por la banca JP.Morgan- bajó 41 unidades, a 1.806 puntos básicos.

El S&P Merval bajó un 0,9% y encadenó su tercera caída consecutiva
 

tommy271

Forumer storico
El dólar blue volvió a subir, mientras el CCL cayó debajo de los $81

FINANZAS15 Enero 2020

El billete informal avanzó 50 centavos a $78, en cuevas de la city porteña, de acuerdo al relevamiento de Ámbito. En el mercado bursátil, en tanto, el Contado Con Liquidación descendió 25 centavos a $80,84, mientras que el MEP subió 13 centavos a $79,40.



El dólar blue anotó su segunda suba en fila este miércoles, al avanzar 50 centavos a $78, según el relevamiento de Ámbito en cuevas de la city porteña. De esta forma, el billete paralelo acorta su brecha con el dólar "turista" se ubica a menos de $4.

Mientras tanto, el Contado con Liquidación (CCL) descendió 25 centavos a $80,84, por lo que el spread con el dólar mayorista se ubica en el 32,4%.

Además, el dólar MEP subió 13 centavos a $79,40, lo que deja una brecha del 34,9% respecto a la divisa que opera en el MULC.


Mercado oficial


El dólar solidario -que lleva el recargo del 30% por compra de divisas para atesoramiento o turismo- aumentó un centavo a $81,87, dado que el oficial minorista se movió levemente al alza y cerró a $62,98, en agencias y bancos de la city porteña, de acuerdo al promedio de Ámbito.

A su vez, el billete en el Banco Nación terminó a $63 (en su canal electrónico de la entidad se ubicó en $62,95).

Por su parte, la divisa mayorista -que opera en el Mercado Único y Libre de Cambios (MULC)- cayó 11 centavos y cerró por debajo de los $60, a $59,95 en una rueda donde una combinación de mejora de la oferta y disminución de la demanda desarmaron la presión de los dos días anteriores.

El Banco Central, en este contexto, volvió a la posición compradora, al adquirir u$s60 millones, tras haber vendido entre el lunes y martes poco más de u$s100 millones.

Los máximos se anotaron a poco de comenzada la rueda en $60,04, dos centavos debajo del cierre anterior. La paulatina mejora en la oferta genuina fue abasteciendo con comodidad los menores pedidos de compra autorizados y en consecuencia, los precios iniciaron un camino descendente que le hicieron perforar el piso de los $60.

En el último tramo de la sesión, los ingresos desde el exterior se intensificaron y, sin resistencia de parte de la demanda, posibilitaron que la autoridad monetaria volviera a intervenir con compras que fijaron un mínimo en $59,95, absorbiendo todo el excedente disponible. El volumen operado descendió 3% a u$s 261 millones.

"La autoridad monetaria volvió a realizar compras en el mercado, ahora en niveles de $59,95 por unidad, fijando un piso diferente del que mantuvo hasta la semana pasada", señaló el especialista Fernando Izzo, de ABC Mercado de Cambios.

"Para mantener el precio, el BCRA aprovechó para comprar unos 60 millones de la divisa norteamericana, ya que muchos bancos y algunos exportadores, al ver que iban perdiendo pesos respecto de ayer por tener dólares en posición o sin liquidar en caso de los exportadores, se sumaron a la onda vendedora de dólares", detalló Izzo.

El volumen negociado en el segmento de contado fue de apenas u$s261 millones.


Tasas de Leliq


El Banco Central dejó sin cambios, en 52%, la tasa de política monetaria en una única licitación. El total adjudicado fue de 132.084 millones de pesos sobre vencimientos por $ 130.801 millones y a partir de esta operatoria se generó una contracción de liquidez de $ 1.283 millones.

En la primera licitación del día, el BCRA convalidó Letras de Liquidez a siete días de plazo a una tasa promedio de corte que se ubicó en 52%, con un monto adjudicado de $ 132.084 millones.

En la segunda subasta, en la que el BCRA ofreció Leliq a siete días de plazo, la licitación fue declarada desierta.


Futuros y reservas del BCRA


En el Rofex, se operaron u$s275 millones (-38%) y bajando los precios de todos los plazos. Enero quedó operado en $61,10 con una baja de 6 puntos en la tasa a 43,76% y febrero a $63,22 (44,24%), también bajando la tasa en 9 puntos.

Por último, las reservas internacionales del Banco Central subieron u$s211 millones hasta los u$s45.287 millones.

El dólar blue volvió a subir, mientras el CCL cayó debajo de los $81
 

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Kicillof, la deuda y las miradas en Anne

OPINIONES16 Enero 2020 - 00:00


Julián Guarino





BP21 es un bono en dólares bajo ley extranjera. El gobernador
Axel Kicillof debe pagar u$s277 millones el próximo 26 de enero. De esa cifra, u$s250 millones es capital y u$s27 millones de intereses. La estrategia de Kicillof es que los acreedores acepten un cambio en la fecha de pago al 1 de mayo. Se supone que de esa forma se evita el default. Para eso necesita que acepte el 75% de los tenedores de ese bono.

Pero quizás el dato más relevante es que sólo Fidelity Investment tiene 16,3% del total que circula. Anne Richards es la CEO de Fidelity. Y si bien nadie dijo aún que los bonaerenses “tienen que enamorarse de Anna”, se trata de una mujer decana del mundo inversor con tres décadas de experiencia en JP Morgan IM, Mercury AM, Edinburgh Fund Managers, Aberdeen AM o Prudential.

La “señora”, como se la conoce en Wall Street, tiene 50.000 empleados a su cargo y obtuvo ganancias el año pasado por más de u$s18.000 millones. Pero fue noticia hace algunas semanas cuando señaló que en cualquier momento puede aparecer un “cisne negro” debido a las crecientes tensiones geopolíticas están agotando la liquidez en los mercados de capitales. Fidelity tiene 50.000 empleados alrededor del mundo y registró ingresos anuales por u$s18.000 millones, según sus declaraciones a fines de 2018.

En el mercado local hay miedo. Dicen que la jugada de Kicillof puede traer “ruido” y un efecto contagio con el resto de los bonos provinciales. Señalan que para muchos acreedores, la provincia de Buenos Aires es confiable porque se sabe que es “demasiado grande para dejarla caer”, es decir, que siempre la Nación sale al rescate.

Por otro lado, estiman que incluso podría tener una escalada el dólar informal o que el evento activaría cláusulas de cross-default de otros títulos bonaerenses y que la situación podría volverse generalizada para los u$s11.000 millones de deuda de la Provincia. A priori, pareciera demasiado riesgo para vencimientos relativamente bajos.

Por eso hay quienes piensan que la avanzada bonaerense abre la puerta de una estrategia total: por un lado, sostienen que es solamente una primera demostración de cuál será la postura de la Argentina cuando le toque renegociar con el FMI y los bonistas. Y por otro, le muestra a las provincias que cada una debe hacer el esfuerzo que tenga a mano para no pedir asistencia.

De fondo, hay algunos funcionarios que piensan que la idea es que nadie toque las reservas del BCRA, a fuerza de cepo duro, administración de las importaciones, y que parte de esa estrategia es no rematar los dólares ayudando a las provincias.

Precisamente en los últimos días varios gobernadores pasaron por la Casa Rosada para ver si se pueden sumar recursos. La sorpresa fue que se encontraron con una negativa importante por parte del Poder Ejecutivo. Por ejemplo, el gobernador de Santa Fe, Omar Perotti, hizo lo propio con resultados baldíos, lo que generó una onda expansiva entre otros mandatarios. “No hay para nadie”, se escuchó decir por ahí pero muchos se agarran la cabeza: Buenos Aires debe pagar u$s2700 millones este año y el resto de la provincias unos u$s1200 millones.

La provincia de Córdoba, por ejemplo, debe pagar u$s725 millones este año y la casualidad quiso que el martes el ministro Wado de Pedro almorzara con el gobernador Juan Scharetti en la Casa Rosada. Si bien trascendió una charla distendida sobre el sector automotriz y el agro, la provincia necesitará dólares para cancelar los pagos de la deuda.

Por ahora, todas las miradas parecen confluir en Washington. Allí se concentra una trilogía que despierta esperanza. Son Sergio Chodos, el ministro Martín Guzmán y el Premio Nobel de Economía, Joseph Stiglitz. Chodos, que formó parte de los equipos de Lavagna y Nielsen, asumió esta semana como director por el Cono Sur ante el directorio del Fondo Monetario Internacional.

El economista podría reunirse esta semana con la directora gerente del FMI, Kristalina Giorgieva. Deberán definir la fecha en la que arribará al país la misión del FMI, entre otras cuestiones. Chodos se lleva muy bien con Guzmán (ambos egresaron de Columbia) y los trascendidos hablan de una posible gestión ya en curso por parte de Stiglitz para abrir oídos (y corazones) en Wall Street y el FMI.

Kicillof, la deuda y las miradas en Anne
 

tommy271

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Marx sobre la deuda: "Cuidado que el tiempo no es infinito"

ECONOMÍA16 Enero 2020 - 00:00

El economista y titular de la consultora Quantum Finanzas dialogó con este diario sobre cómo están viendo los inversores el proceso de reestructuración de la deuda. A continuación lo más relevante.

Jorge Herrera







Periodista: Puede clarificar cuál es el cuadro de situación de la deuda pública. ¿Está en default o no? ¿Es igual el estatus o tratamiento por ejemplo de las Letes del de los bonos soberanos?

Daniel Marx: Hay varias cosas. Primero cuando uno habla de la deuda, habla en general como la deuda del sector público argentino, en referencia a la nacional y de alguna de sus componentes y eso tiene distintas categorías. Hay la llamada deuda digamos de carácter más general que sería lo que la gente entiende como deuda en títulos públicos, después hay deuda con organismos de crédito internacionales (BID, BM, FMI) y hay otras especies y acreedores u otras formas de instrumentación, como ser préstamos bilaterales con otros países o entidades financieras, o de otros organismos oficiales, etc..
Ahora dentro de la deuda en títulos en manos del sector privado, ahí tenemos que el Gobierno hoy está como tratando de refinanciar las deudas en pesos de corto plazo, está viendo el alcance de los otros títulos pagaderos en moneda local pero no necesariamente con cláusula de repago vinculado a los pesos, esto es por ejemplo “un dollar link” o sea “un CER” que eso en parte está reperfilado y en parte están viendo si renuevan voluntariamente o no, eso está en evaluación. Después tenemos títulos denominados y pagaderos en moneda extranjera, ya sea con legislación argentina u otra, que en principio está reperfilado lo que es bajo ley local, y no hay vencimientos de capital inminentes de lo que es ley extranjera.

P.: ¿Pero está en default o no?

D.M.: No está claro si uno lo llama default o no, porque ¿reperfilado qué es? O sea, depende de su definición de default (y reperfilamiento).

P.: ¿Y cómo lo ven los bonistas y bancos del exterior? ¿Qué dicen que los reperfilaron?

D.M.: Al momento de reperfilarse se está en “default selectivo”. Cuando se reperfiló ya deja de estar en la categoría de “default selectivo”, pero algún inversor de acá puede decir “perdón pero en el prospecto dice que se pagaba tal día y no cobré”. Hay de todo entre los bonistas. Lo que estamos notando es que lo están evaluando, lo están aceptando implícitamente y momentáneamente.

P.: ¿Por el cambio de gobierno?

D.M.: Sí, pero incluso con el gobierno anterior. No es que le gustara pero hay cierta aceptación implícita, por el momento. (NdR: una aceptación táctica de cara a la negociación).

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P.: ¿Además de la deuda provincial, y el caso testigo de Buenos Aires, hay algo más?

D.M.: Hay cosas menores como temas de litigios a resolver, Club de París.

P.: ¿Perdón pero el Club de París ya estaba cerrado?

D.M.: Ya está pero no sé si va a haber una nueva reestructuración, si se reabre o no, porque hay que cosas nuevas que se incorporan al Club de París, pero son decisiones a tomar.

P.: Para despejar mitos, ¿el “cross default” (si se defaultea un bono hace caer al resto) solo corre para los tenedores de ley extranjera?

D.M.: Sí así es. Si defaultean un bono ley local no activa esta cláusula, no puedo invocarla. Solo para bonos bajo ley externa.

P.: ¿Por dónde cree que se va a encuadrar la negociación? ¿Será parecida al canje anterior?

D.M.: Se puede “encuadrar” esto si Argentina pone sobre la mesa un programa económico comprensivo que se vea como muy coherente y creíble y con eso arme una propuesta afectando distintos títulos y esta propuesta sea una combinación de plazos, tasas que se pagan, tasas que por ahí se consideren y tratamiento del capital también.

P.: ¿A qué se refiere con tratamiento de capital e tratamiento de intereses?

D.M.: Si es con quita o no.

P.: Está claro que el primer paso entonces es presentar un programa económico, que aún hoy no se conoce, que le de sustento a la propuesta a los acreedores.

D.M.: Sí, luego lo vuelca a una propuesta general que además tendrá sus componentes particulares. Pondrán todo eso sobre la mesa y luego mostrarán la instrumentación, que se puede hacer relativamente rápido, idealmente, y ahí se tendrá una tasa de descuento aplicable para Argentina que disminuya sustancialmente (respecto a los niveles actuales). Y gracias a ese conjunto de movimientos se tendrá una creación de valor para adelante, es decir, si Argentina está con una deuda más sostenible, tiene un programa económico que vale la pena apoyar, y los bonos valen más porque la tasa de descuento es inferior.

P.: ¿Qué umbral de tasa están viendo?

D.M.: Lo que habría que mirar primero es cuál es la tasa vigente en el mundo definido de alguna manera y cuál es la aplicable a los países, por ejemplo, Latinoamérica. Eso le da tasas muy inferiores a la que tiene Argentina hoy. La idea es compararse con una mix (por ejemplo, Brasil, Perú, Bolivia, Chile y otros). (NdR: un promedio Latam daría 3 a 4%, o sea, cerca de los 500 puntos básicos de 2016).

P.:¿Dada su experiencia hay tiempo para tener todo esto en marzo? ¿Y marzo qué es, la propuesta preliminar o qué?

D.M.: Eso no se sabe aún.

P.: ¿Cuánto tiempo lleva esto?

D.M.: Ya empezaron a definir algunos elementos, que son los anuncios hechos (Ley de Solidaridad), ahora bien, hay que ver si los van a complementar, supongo que sí.

P.: Parecería que negociar ahora es más fácil que en el canje anterior donde los bonistas estaban dispersos por todo el mundo. Hoy están más concentrados, quizás como en los 80 donde había que sentar al Citibank y dos bancos más y se encaminaba la negociación.

D.M.: Sí, en alguna manera hay menos dispersión. Sin embargo, puede ser más sencillo en este aspecto pero más difícil en la práctica.

P.: ¿Para los de afuera qué es lo más conflictivo, quita o no? ¿Piden algo en particular?

D.M.: No hay un tema, a distintos le duele en distintos lados, hay que tratar de compatibilizar acá. Se escucha de todo.

P.: Pero hay voces cantantes.

D.M.: Sí, pero aun así lo que dicen ahora es distinto a lo que dijeron tres semanas atrás.

P: ¿A qué le debiera presta mayor atención?

D.M.: Cuidado que el tiempo no es infinito.

P.: ¿Le preocupa la evolución del stock de deuda del BCRA, por lo que viene en los próximos meses?

D.M.: El BCRA tiene un desafío ahora muy delante que es por estacionalidad sola tiene caída en la demanda de dinero en un momento en que ya venía con caídas más tendenciales de demanda de dinero desde el año pasado. Cómo maneja eso para que no se transforme en presiones que se compliquen sobre el resto de la economía.

P.: ¿Qué solución ordenada le daría al tema Leliq y Pases?

D.M.: El BCRA está tratando de generar alguna credibilidad y que sea sin pagar tasas extraordinariamente altas comparadas con la inflación esperable. Pero el balance del BCRA es más complejo que eso, porque también tiene pasivos no remunerados y los bancos tienen también algunos pasivos remunerados y otros no. Entonces cómo manejar todos esos equilibrios es el tema que hace a la política monetaria.

P.: Me refería a evitar lo que fue la Cuenta Regulación Monetaria o el festival de bonos de los 80.

D.M.: Por eso me refería a la demanda de dinero. Porque si la demanda de dinero ve que la oferta de dinero es ilimitada, esa demanda se cae, si se ve como prudente puede ocurrir lo contrario. Entonces hay que ver que te lleva a tener distintas posiciones de oferta monetaria.

Marx sobre la deuda: "Cuidado que el tiempo no es infinito"
 

tommy271

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En el primer mes de gestión del Frente de Todos la deuda pública aumentó casi USD 12.000 millones

La Secretaría de Finanzas registró un nivel de USD 323.177 millones. En el último mes de Cambiemos el endeudamiento del sector público en su conjunto había crecido en USD 810 millones

Por Daniel Sticco
16 de enero de 2020
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El nivel de la deuda pública, su expansión y, en particular, el perfil de vencimientos, tanto de la provincia de Buenos Aires como del conjunto del sector público ha vuelto a la primera plana de los medios de comunicación, por su impacto directo sobre el índice de riesgo país y la posibilidad de que la economía pueda retomar la senda de crecimiento y bajar la inflación.

En el Frente de Todos se han ocupado y preocupado por manifestar su malestar por la dinámica de la deuda pública durante los 4 años de Cambiemos, en particular por la alta proporción asumida en moneda extranjera, porque históricamente esa ha sido una de las principales debilidades de la economía argentina, generar divisas a través del comercio exterior y la atracción de inversiones productivas, junto con el estado de las finanzas públicas. Los recursos genuinos, como son el cobro de impuestos, la venta de activos y las rentas contables que generan el Banco Central y la Anses, principalmente, han resultado insuficientes para afrontar los gastos corrientes de funcionamiento del Estado y el pago de intereses de los préstamos acumulados.

Pero en el primer mes de gestión del presidente Alberto Fernández, más allá de que asumió el 10 de diciembre, se observó una apreciable aceleración del endeudamiento global del Gobierno, en comparación con USD 810 millones que se había incrementado en el último mes de Cambiemos, y sólo un cuarto del incremento se explica por variaciones de cambio y, principalmente por la parte indexada por la inflación, cláusula CER, en una amplia porción de la emisión de títulos públicos nacionales.

Así se desprende de los datos parciales de la Secretaría de Finanzas al que tuvo acceso Infobae, con un registro de USD 323.177 millones, y USD 320.742 millones si se excluye la porción “elegible pendiente de reestructuración”, los cuales significaron sendos aumentos de USD 11.890 millones y USD 11.872 millones, respecto del nivel de noviembre.


El rol del Banco Central


Un factor determinante de semejante punto de giro, tras un recorrido bajista desde un pico de USD 341.958 millones en julio de 2019 hasta USD 310.479 millones en octubre, y leve aceleración en noviembre, provocado por la decisión del entonces ministro de Economía Hernán Lacunza de “reperfilar los vencimientos” y cancelar operaciones de pases con un grupo de bancos, fue la decisión del gobierno de Alberto Fernández de volver a usar la asistencia financiera, a través de adelantos al Tesoro, del Banco Central, por USD 4.582 millones.

Mientras que otros USD 1.991 millones del incremento de la deuda pública en diciembre se explicó por el otorgamiento de avales (garantías), suman ahora USD 2.397 millones; USD 1.302 millones por emisión de pagarés del Tesoro; USD 1.341 millones por financiamiento obtenido de bancos comerciales; y el equivalente por USD 2.467 millones de crecimiento del stock de títulos públicos, principalmente.

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Deuda externa y en moneda extranjera



De la nueva estadística oficial surge que la deuda en moneda extranjera se elevó a 78% del total, y sólo 22% quedó nominada en la moneda nacional, porque así lo determinaron las preferencias de los pocos inversores dispuestos a financiar a la Argentina, por su casi costumbre a caer en situaciones de default entre 10 y 15 años.

En cambio, se mantuvo cierta paridad entre los compromisos asumidos con residentes, deuda interna, pasó de 49,7% a 48,5% en el primer de gestión de Martín Guzmán al frente de Economía; y a 51,5% el total de compromisos con acreedores del resto mundo; proporciones más cercanas a la composición del total de la deuda de la Administración Central por tipo de legislación: 44% extranjera y 56% nacional.

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Y cuando se observa el perfil de vencimientos, los últimos datos dieron cuenta que pese al sostenido aumento de la deuda pública, la maduración en el corto plazo es de apenas 4% del total.

En tanto que según el desglose por tipo de tasa de interés, la mitad de la deuda fue contraída a un valor fijo, un 38% a tasa variable y el 12% restante sin cargo.

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Sin embargo, la pérdida de confianza de los acreedores en las finanzas de la Argentina, el cual se manifiesta en el empinamiento del índice de riesgo país a la zona de los 1.900 puntos básicos, más de 6 veces el que le asignan a los países vecinos, llevó a desnudar la incapacidad de pago del principal, como ocurre en todo el mundo, pero nunca aparece porque rara vez se duda de la posibilidad de cobro, por eso se renueva casi eternamente.

De ahí que el tema de la deuda, y la imposibilidad de repago al vencimiento del capital, ha vuelto a la primera plana de los medios de comunicación, porque los inversores habituales en títulos públicos nacionales y provinciales no parecen dispuestos a refinanciar con la compra de nuevos bonos, hasta que los gobiernos nacional y provinciales presenten sus planes económicos integrales que le den mayor certeza de cobro de los intereses pactados.

En el primer mes de gestión del Frente de Todos la deuda pública aumentó casi USD 12.000 millones
 

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De 53,8 a 9 por ciento: ¿es posible bajar la inflación a un dígito como pretende Alberto Fernández para el final de su mandato?

El aumento indiscriminado del costo de vida es un flagelo que lleva décadas y que solo se detuvo durante la convertibilidad. Economistas y analistas coincidieron en que se necesitan políticas monetarias y fiscales que vayan en pos de ese objetivo alineando expectativas y generando confianza

Por Daniel Blanco Gómez
16 de enero de 2020






El peor impuesto que tienen los argentinos hoy en día es la inflación. Se trata de un flagelo que lleva décadas y que solo se detuvo durante la convertibilidad, cuando un dólar era equivalente a un peso. El Gobierno de Cristina Fernández de Kirchner tuvo que lidiar con un alza de los precios que se fue elevando en los últimos años de su segunda gestión y que en el medio tuvo episodios como la manipulación de las cifras del Instituto Nacional de Estadísticas y Censos (Indec).

Posteriormente, el ex presidente Mauricio Macri llegó al final de la campaña presidencial que lo tendría como triunfador en 2015 con un discurso en el que sostenía que bajar la inflación era algo sencillo. Al asumir su mandato y con Federico Sturzenegger al frente del Banco Central, se establecieron metas de inflación que tenían como objetivo bajar el costo de vida a un solo dígito para 2019. Sin embargo, la suba de precios en la era Macri finalizó en 2019 en 53,8%, el porcentaje más alto desde 1991. Asimismo, en el acumulado de sus cuatro años en el sillón de Rivadavia, la inflación superó el 300%.

La clave de la victoria del peronismo en las elecciones generales tuvo que ver con la mala gestión en materia económica del gobierno de Cambiemos. La suba de precios erosionó el poder adquisitivo de los salarios de manera considerable e hizo que los niveles de pobreza superaran el umbral del 35% en el primer semestre de 2019, según el Indec. En ese marco, uno de los principales desafíos del presidente Alberto Fernández no sólo tiene que ver con negociar la deuda y volver a impulsar el crecimiento de la economía –cuestiones que urgen- sino también evitar que los argentinos sigan padeciendo el flagelo de la inflación.

Durante la campaña presidencial Alberto Fernández dijo que controlar “la inflación será una tarea muy difícil” y aseguró que se sentiría contento si al final de su mandato el índice de precios “baja a un dígito”. Lo manifestó durante una actividad de campaña en la ciudad de San Rafael, Mendoza.

Ya como mandatario, remarcó el 2 de enero de este año en declaraciones a Radio 10 que “en la Argentina se construye inflación por expectativas de un modo peligrosísimo”. Y sostuvo que los empresarios tienen la tendencia a construir inflación solamente por expectativas. “En economía lo llaman inflación autoconstruida, otros lo llamamos la inflación psicológica, porque temen que pase y dicen: antes que me pase aumento yo antes”, afirmó.

Asimismo, el titular del Banco Central, Miguel Ángel Pesce, sostuvo en declaraciones a C5N, que el objetivo es bajar la inflación a un dígito para finales del año próximo. “En 2021 la inflación debe estar en el orden de un dígito", indicó.

También el ministro de Desarrollo Productivo, Matías Kulfas, consideró en un encuentro con industriales del sector textil durante la campaña presidencial que “los análisis técnicos indican que alcanzar una inflación de un dígito llevará entre cuatro y cinco años”.

La pregunta que surge entonces es: ¿Se puede bajar la inflación a un dígito en cuatro años?

Economistas y analistas consultados por Infobae coincidieron al afirmar que para bajar la inflación lo que se necesitan son políticas monetarias y fiscales que vayan en pos de ese objetivo alineando expectativas y generando confianza. Asimismo, estuvieron de acuerdo con respecto a que no deben ponerse plazos ambiciosos para lograrlo ya que querer bajarla demasiado rápido podría implicar que se termine abrazado a metas que no son sustentables.

“Lo que se necesitan son políticas monetarias y fiscales que vayan en pos de ese objetivo. Ha sido muy claro lo que pasó en la primera etapa del gobierno de Mauricio Macri con Federico Sturzenegger al frente del Banco Central donde aplicó una política desde lo monetario antiinflacionaria con la que logró bajar la inflación en 2017 pero que no fue acompañada por la pata fiscal”, analizó el operador financiero Christian Buteler.

En ese sentido, sostuvo que Argentina continuaba con un déficit fiscal alto y que si bien quedó en el imaginario que hubo una política monetaria de expansión cero, “ese objetivo no se logró casi nunca”.

Se puede bajar la inflación. Las políticas en pos del objetivo tienen que ver con lograr un superávit fiscal primario que en principio te de dinero para poder cancelar compromisos”, indicó.

“Tampoco debería el Gobierno financiar al Tesoro. Cada emisión que hace el Banco Central para enviarle dinero nos aleja más de ese plan coherente de llegar a una inflación de un dígito en 2023”, consideró el analista.

Para Federico Furiase, director de Eco Go y profesor de la Universidad Tocuato Di Tella, viajar hacia una inflación de un dígito va a llevar mucho tiempo. “Es un tema complejo en Argentina porque venimos de años de inconsistencia monetaria y fiscal y distorsión de precios relativos. Eso fue generando un comportamiento defensivo que conllevó una inercia inflacionaria muy complicada. Combinando con una falta de credibilidad muy fuerte. Eso es un obstáculo para coordinar expectativas”, detalló.

El economista subrayó asimismo que para bajar la inflación de una manera sostenible y sin poner una fecha determinada, “la Argentina va a tener que hacer los deberes en términos de tener una consistencia fiscal y monetaria permanente, tener acomodados los precios relativos, tener una política económica que genere credibilidad más allá del gobierno de turno”.

En tanto, analizó las primeras medidas del gobierno de Alberto Fernández y destacó que el congelamiento de las tarifas y combustibles, sumado a las restricciones cambiarias vigentes, tienen sentido en el corto plazo mientras se negocia el acuerdo de precios y salarios.

El Gobierno no debería sostener esto en el tiempo. Hay que tomar nota de lo que pasó en 2011-2015. Yo creo que el Gobierno es consciente de que no se debería engolosinar con el atraso de dólar y tarifas porque eso generaría una distorsión de precios relativos”, advirtió.

“Cómo salga esto en el corto plazo va a depender de la negociación de la deuda. El Banco Central va a tener que poner un límite a la emisión monetaria y eso va a implica poner un limita a la baja de la tasa de interés”, añadió.

A su turno, Gabriel Caamaño, economista de la consultora Ledesma, afirmó que no es un buen objetivo poner plazos para bajar la inflación. “Te hace correr el riesgo de querer bajarla demasiado rápido y que termines abrazado a puestas que no son sustentables”, explicó.

“La verdad que en este arranque del nuevo gobierno, donde no tenemos ni presupuesto, ni cuantificación de medidas y senderos fiscales objetivos, es medio difícil imaginarse cual va ser el esquema de política económica, el rol de la política monetaria y el enfoque con la inflación”, opinó.

Los pasos a seguir para Caamaño tienen que ver con resolver el nudo fiscal-financiero (deuda) de forma consistente y adoptar un esquema monetario consistente que dé pie a un sendero desinflacionario.

Por último, Federico Moll, director de la consultora Ecolatina, sostuvo que “bajar la meta de inflación a un dígito en cuatro años es una idea similar a la de Macri” y añadió que para pensar una reducción significativa de la inflación “necesitás una política monetaria consistente que no genere una oferta desmedida de pesos”.

En ese contexto, dijo que el Gobierno deberá tener un manejo de los principales precios de la economía para que estén alineados (salarios y tipo de cambio incluido).

“El Gobierno tiene herramientas para lograr encauzar las paritarias a números más reducidos. Y manejar el tipo de cambio para que la depreciación sea parecida e ir reduciendo la inflación con precios relativos que no cambien demasiado. Hay una posibilidad pero falta mucho todavía. Este pacto económico y social no está ni cerca de ponerse en marcha. Y la política monetaria consistente todavía la estamos esperando”, concluyó.

Lo cierto es que el gobierno de Alberto Fernández tendrá un arduo trabajo para bajar la inflación y recomponer la economía en un mandato de apenas cuatro años.

De 53,8 a 9 por ciento: ¿es posible bajar la inflación a un dígito como pretende Alberto Fernández para el final de su mandato?
 

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La inflación del 2019 fue de 53,8%, el valor más alto en casi 30 años

El Indec dio a conocer el IPC de diciembre, que trepó 3,7%. Para enero, los analistas esperan un aumento del 3,8% impulsado por la inercia del año anterior y los aumentos en alimentos y bebidas

Por Natalia Donato
15 de enero de 2020
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Después de un 2018 con un nivel de precios que rozó el 50%, el año pasado finalmente cerró en el valor más alto de los últimos 28 años, según comunicó esta tarde el Indec.

Tal como estaba previsto, el Índice de Precios al Consumidor (IPC) de diciembre se ubicó en 3,7%, lo que llevó a que el alza de precios en todo 2019 trepara al 53,8%. El rubro que mostró mayor inflación fue el de alimentos y bebidas, muy sensible a la variación del dólar, que casi se duplicó en un año, al pasar de $38 a $63 entre enero y diciembre.

Mientras que el nivel general de diciembre trepó 3,7%, los precios de los bienes subieron 3,3%, en tanto que los de los servicios lo hicieron 4,5%. A nivel acumulado, los incrementos ascendieron a 58,4% y 45,7%, respectivamente, según el organismo estadístico. A su vez, la inflación núcleo –la suba de precios de los productos que no son ni estacionales ni regulados– trepó a 3,7% en diciembre y alcanzó a 56,7% en todo el 2019.

A través del Relevamiento de Expectativas del Mercado (REM) que realiza el Banco Central, los analistas habían estimado una inflación para diciembre del 4,1%, dos décimas menos de la registrada en noviembre.

Nosotros estimamos una inflación mensual en diciembre por encima del 4%, más bien en torno a 4,5%, lo que arrojaría un acumulado anual de 55%. Además del empujón extra del pago de aguinaldos y el bono a jubilados, el impacto de los aumentos en el precio de las naftas al finalizar el congelamiento dispuesto luego de las PASO se sintió con fuerza durante el último mes del año", afirmó a Infobae la economista de Econviews Lorena Giorgio.

“También –agregó– tuvieron lugar incrementos en medicina prepaga (12%) y servicios de recreación vinculados al comienzo de las vacaciones de verano. La inercia inflacionaria se sintió principalmente en el rubro alimentos y bebidas, que es el de mayor peso en el indicador general”.

Por su parte, Sebastián Martínez, de la consultora Abeceb, aseguró que “la dinámica de la inflación durante 2019 estuvo signada fundamentalmente por la elevada inercia heredada de la crisis cambiaria de 2018, la volatilidad propia del año electoral, el último sobresalto cambiario y aumentos precautorios o especulativos en esta última etapa (especialmente en alimentos) frente a la posibilidad de que se concreten acuerdos de precios compulsivos”.

Al igual que gran parte de sus colegas, para diciembre estimaron una inflación de 4%, nuevamente sostenida por aquellos bienes transables, especialmente alimentos, que siguen “sufriendo el pass-through del salto de $45 a $60 del dólar y de muchas remarcaciones precautorias”, recalcó el analista.

Para los próximos meses, los economistas esperan una desaceleración de la inflación, aunque no tan importante debido a la fuerte inercia que arrastra la suba de precios y el propio programa monetario expansivo del Gobierno para propiciar una pronta recuperación, que le van a poner un piso elevado, según Martínez.

Según la analista de Econviews, la proyección para enero ronda el 3,8%, cifra que “si bien implica una desaceleración respecto a diciembre, aún se mantiene en niveles elevados, principalmente por la inercia que se arrastra desde el año pasado y el empujón del rubro alimentos y bebidas”.

La inflación del 2019 fue de 53,8%, el valor más alto en casi 30 años
 

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Argentina terminó 2019 tercera en el ranking de los países con mayor inflación: sólo la superaron Venezuela y Zimbabue

Con el 53,8%, el Índice de Precios al Consumidor sobresale en una región donde en la mayoría de los países no supera el dígito anual

Por Marcelo Bátiz
15 de enero de 2020







La Argentina fue en 2019 el tercer país del planeta con mayor inflación, con un 53,8% que la dejó detrás de Venezuela y Zimbabwe y por arriba de Sudán, en un desempeño que desentona con el resto de América del Sur, donde el aumento de los precios minoristas fue solamente de un dígito en todo el año.

De acuerdo con el último informe del Fondo Monetario Internacional (FMI) con las proyecciones de inflación para todo el año, en las primeras 20 posiciones la mayoría de los países son de Asia y África, afectados por conflictos bélicos, hambrunas, adversidades climáticas o escasez de recursos naturales.

No obstante, la lista es liderada por un país sudamericano, Venezuela, con una inflación del 200.000% según la proyección del FMI. Los datos del organismo multilateral de crédito son muy superiores al 7.374,40% anunciado por la opositora Asamblea Nacional, pero aun en ese caso son más que suficientes para que el país sudamericano conserve el primer puesto global, con un amplia ventaja sobre el resto.

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Entre Venezuela y la Argentina se ubica en el segundo lugar Zimbabwe, con el 161,8%, en medio de una sequía que ya lleva tres años y condena a una situación de hambre extremo a la mitad de su población.

Sudán, desplazada a la cuarta posición por el ascenso argentino, registra una inflación proyectada por el FMI de 50,4%, con uno de los más bajos niveles de desarrollo humano e ingreso por habitante del planeta, además de tratar de superar las secuelas de medio siglo de enfrentamientos étnicos que derivaron en 2005 en la separación como estado independiente de Sudán del Sur, sexto en la lista de los países con mayor inflación con el 24,5 por ciento.

Entre esos dos países se ubicó en el quinto puesto Irán, al que la existencia de importantes recursos de hidrocarburos y un nivel de desarrollo económico relativo superior al de los otros países no le impidieron terminar 2019 con una inflación del 35,7%.


Inflación en América Latina: un fenómeno superado


De listado de países con alta inflación surge que, fuera de Venezuela, Argentina y Haití en el octavo puesto con el 17,6%, no se encuentran estados de América Latina y el Caribe, una región que en los últimos años consiguió desterrar a la inflación, con niveles que no superan el dígito.

El seguimiento de los datos de inflación de América del Sur muestra que detrás de Venezuela y Argentina se ubica Uruguay, que concluyó el año pasado con un nivel del 8,79% según el Instituto Nacional de Estadística (INE) que reportó para diciembre una deflación de 0,03%


Brasil, con el 4,48% en todo el año y 1,22% en diciembre, es el siguiente país en la lista del subcontinente, seguido por Colombia (3,8% anual y 0,26 en el último mes), Chile (3% y 0,1%), Paraguay (2,8% y 0,6%) y Perú (1,88% y 0,12%).

Los dos países sudamericanos con menor inflación en 2019 fueron Bolivia, que cerró el año con 1,47% y una deflación del 1,54% en diciembre, y Ecuador, con dos deflaciones: 0,07% en el año y 0,01% en diciembre.

Los datos dejan en evidencia que, a diferencia de lo que sucedía en las décadas de 1970 y 1980, cuando el alza de precios al consumidor era una constante en la mayoría de los países de la región, la inflación argentina en 2019 es un fenómeno aislado en América del Sur si se excluye el caso extremo de Venezuela.

En 1990, por ejemplo, la Argentina tuvo una inflación del 1.334%, la segunda consecutiva de cuatro dígitos, en el contexto de una región marcada por alzas de precios como el 27,4% de Chile, el 36,50% de Venezuela, el 129% de Uruguay, el 1.621% de Brasil o el 7.650% de Perú.

Tres décadas después, la situación es diferente y si bien la inflación argentina está lejos de los niveles previos a 1991, la brecha respecto del resto de los países se amplió.

Al respecto, en relación con sus perseguidores más inmediatos, la inflación argentina es seis veces superior a la uruguaya, 12 más que la brasileña, 14 más que la de Colombia y 18 más que la chilena.

Argentina terminó 2019 tercera en el ranking de los países con mayor inflación: sólo la superaron Venezuela y Zimbabue
 

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