La hoja de ruta de Alberto Fernández para cerrar un acuerdo exitoso con los fondos de Wall Street
El Presidente ajusta su propuesta final a los bonistas sobre una arquitectura financiera y legal que es apoyada por la Casa Blanca y el FMI
Por
Román Lejtman
10 de junio de 2020
La reestructuración de la deuda externa está jaqueada por detalles que exceden a la imaginación de Gabriel García Marquez: la nueva oferta del Gobierno a los fondos de inversión debe publicarse en medios extranjeros como The New York Times y The Financial Times. Argentina tiene cuenta corriente con esos medios prestigiosos, pero su crédito está excedido y se pidió sin éxito un
waiver para cumplir con las normas legales. Al final, si no hay contramarcha, los abogados que representan a la Argentina se harán cargo de la cuenta para avanzar un paso más en el canje de los bonos por 66.000 millones de dólares.
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La reestructuración de la deuda externa incluye bonos K -emitidos durante la administración de Néstor Kirchner- y bonos M -colocados en la gestión de Mauricio Macri-, que presentan distintas formulaciones legales para asegurar que el canje fue exitoso. Con los bonos K, se necesita un consenso del 75 por ciento de sus tenedores, mientras que con los bonos M es indispensable llegar al 65 por ciento de la adhesión.
Si no se obtiene estos porcentajes para alcanzar las Cláusulas de Acción Colectiva (CAC´s),
los acreedores privados podrán acelerar su derecho a reclamar un default y en consecuencia demandar a la Argentina en los tribunales de Manhattan.
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La negociación esta encaminada. Guzmán concedió ciertas prerrogativas a los bonistas, y el deal está al caer: habrá un copy and paste de los derechos adquiridos de los fondos que tienen títulos exchanges 2005-2010-, se fijará un endulzante en forma de Value Recovery Instruments (VRI) atado a las exportaciones agropecuarias, casi desaparecerá la quita de capital, los intereses se pagarían desde el 2021 y el bono será considerado a 50 dólares de Valor Presente Neto (VPN).
El Presidente ajusta su propuesta final a los bonistas sobre una arquitectura financiera y legal que es apoyada por la Casa Blanca y el FMI
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