Deuda venezolana: las malas decisiones ya están pasando facturas
Las malas decisiones se pagan. Las facturas llegan sin atenuantes y sin importar la situación del acreedor. La reciente decisión del banco de inversión J.P. Morgan de eliminar de sus índices las cotizaciones de los bonos de la República y Pdvsa es el indicio más reciente y grave de una situación de insolvencia que este país no había padecido desde principios del siglo XX.
La recuperación del crédito externo del país será una ardua y conflictiva tarea que se deberá enfrentar en el momento en que se decida, por cualquier vía, con el fin de poner esta economía en orden. Será, además, una labor estratégica, porque las empresas van a necesitar, en un escenario distinto, apalancarse en el exterior y el riesgo-país no puede ser una losa pesada para impulsar las exportaciones de manera definitiva.
Los bonos de Pdvsa están convertidos en activos “basura” que se están comprando como componentes de portafolios de alto riesgo, por parte de bancos de inversión asiáticos y fondos de cobertura que están ofreciendo pagar 15 centavos de dólar por unidad, apostando por alguna solución a la crisis actual.
La deuda total, según la cifra más reciente que maneja la Asamblea Nacional, fue reestimada al alza en unos 160.000 millones de dólares, lo que representa un pasivo prácticamente impagable para el Fisco Nacional sin un intenso y complicado proceso de renegociación, que tenga como palanca de esta negociación una sólida recuperación de Pdvsa, en sus más amplias alternativas.
La situación planteada por el litigio incoado por la minera canadiense Crystallex contra la República es evidencia de lo que podemos llegar a enfrentar. Venezuela tiene igualmente litigios pendientes con empresas transnacionales expropiadas, compañías que reclaman pasivos por dólares no liquidados, corporaciones con atrasos superiores a 5 y hasta 10 años por deudas por suministros que, sumados a los bonistas cuyos títulos están en default, representan una gravísima amenaza contra cualquier estrategia de recuperación de la economía.
Solamente ante el Centro Internacional de Arreglo de Diferencias Relativas a Inversiones (CIADI) del Banco Mundial, Venezuela tiene 18 casos pendientes que implican demandas millonarias de empresas como ConocoPhillips, Holcim Limited, Koch Minerals, Tenaris, Air Canada, o Kimberly Clark. Igualmente, están en proceso demandas de Kellogg´s, General Motors y Goodyear, entre otras, por diversas causas, como uso indebido de marcas y patentes, impago de activos ocupados y violaciones a convenios comerciales, por solo citar algunas.
Lo anterior cuenta como evidencia suficiente para no hablar de las legítimas demandas del sector privado nacional objeto de expropiaciones, intervenciones y controles que representan violaciones expresas a la Constitución Nacional, entre otras normas.
De manera que, si finalmente Crystallex logra provocar una subasta de activos de Citgo, que daría lugar a la pérdida del control sobre la empresa por parte del Estado venezolano, lo que podría venir es una verdadera cascada de solicitudes similares contra los activos de una Venezuela hoy dramáticamente empobrecida, y que va a necesitar de todos sus recursos para recuperarse.
Sin duda, un manejo irresponsable de las finanzas públicas y políticas confiscatorias que nos han conducido a una recesión que ya va a acumular seis años consecutivos, luego de un período de estancamiento del crecimiento, ahora colocan a Venezuela en una situación de extrema vulnerabilidad financiera, que no debe ser soslayada.
No es posible justificar que después de un “boom” petrolero de dimensiones históricas, como el que el país registró entre 2008 y 2013, el tamaño de nuestra economía sea similar al de 1999.
Pero, lo grave realmente es la perspectiva. La oposición ha preparado una hoja de ruta para intentar un refinanciamiento de la deuda, pero este no es asunto que competa solo a un sector político, sino que se trata de un reto fundamental para la viabilidad de la economía que debería preocuparnos a todos los venezolanos.
Partiendo de que no podemos rechazar las evidencias históricas, ha quedado demostrado que las crisis han sido las oportunidades donde han aflorado las bases para convertir las dificultades en oportunidades. Ya lo señala Henry Ford, en su frase: “Cuando todo parece estar en tu contra, recuerda que, para levantarse, los aviones necesitan ir en contra del viento y no en favor de éste”.
César AristimuñoDirector de Aristimuño Herrera & Asociados