Titoli di Stato paesi-emergenti VENEZUELA e Petroleos de Venezuela - Cap. 2 (2 lettori)

dulcamara

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Rusia usa su gigante petrolero, Rosneft, como herramienta de política internacional

Rusia usa su gigante petrolero, Rosneft, como herramienta de política internacional


Rusia ha creado una ráfaga de préstamos y acuerdos centrados en el negocio venezolano del petróleo, dinero que podría hacer la diferencia entre el colapso y la supervivencia del gobiernoda vez más el petróleo como herramienta geopolítica: expande su influencia por el mundo y desafía los intereses de Estados Unidos.

Sin embargo, Moscú se está arriesgando, pues presta dinero y hace acuerdos en economías turbulentas y climas políticos inestables.

La estrategia enfrentó una prueba crucial en Venezuela, un aliado de Rusia que debe conseguir $1.000 millones para no atrasarse con su deuda.

Rusia ha creado una ráfaga de préstamos y acuerdos centrados en el negocio venezolano del petróleo, dinero que podría hacer la diferencia entre el colapso y la supervivencia del gobierno. A cambio, Moscú está obteniendo una ventaja estratégica en el patio trasero de Washington.


Este mes, se vio al presidente de Venezuela, Nicolás Maduro, muy sonriente durante una visita a Moscú, la cual tenía como objetivo buscar un nuevo apoyo financiero. Maduro agradeció al presidente de Rusia, Vladimir Putin, “todo el apoyo político y diplomático que nos han dado”.

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Nicolás Maduro, presidente de Venezuela, se reunió con el mandatario ruso, Vladimir Putin el 4 de octubre del 2017. La estrategia de Putin de usar el crudo como una herramienta geopolítica enfrenta una prueba crucial en Venezuela.
Moscú, por medio de Rosneft, el gigante petrolero del Estado, está intentando crear influencia en lugares donde Estados Unidos ha tropezado o donde el poder está disponible para el que lo tome. La necesidad también es una de las motivaciones de sus iniciativas, ya que las sanciones que han impuesto Estados Unidos y Europa han orillado a Rosneft a buscar nuevos socios y nuevas inversiones en otras partes del mundo.

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La empresa, de la cual Rusia lleva mucho tiempo dependiendo para financiar sus programas gubernamentales y sociales, se ha estado involucrando en países con situaciones políticas delicadas como Cuba, China, Egipto y Vietnam, así como en lugares turbulentos donde están en juego los intereses de Estados Unidos.

Rosneft está buscando hacer negocios al este del Mediterráneo y en África, zonas de importancia táctica más allá del asunto energético. Está influyendo económica y políticamente en el norte de Irak, por medio de grandes transacciones de petróleo y gas natural en territorio kurdo. Además, está buscando competir por el control de los yacimientos petroleros de Irán mientras escalan las tensiones entre Teherán y Washington.

Rosneft está “intentando crear oportunidades que puedan tener un enorme valor en términos geopolíticos”, afirmó Amy Myers Jaffe, experta en seguridad energética del Consejo de Relaciones Exteriores. “En verdad le darían una influencia increíble al gobierno ruso en cuestiones que son de importancia para Estados Unidos”.

La nueva iniciativa de Rosneft llega después de una serie de restricciones para Rusia.

El director de Rosneft, empresa de la cual el Estado ruso posee el 50%, es Igor I. Sechin, un ex primer ministro adjunto y aliado cercano de Putin. Después de que Rusia invadió Crimea hace tres años, Estados Unidos y Europa golpearon a Sechin con sanciones.


Desde entonces, Exxon Mobil y otras petroleras de Occidente no han podido utilizar sus conocimientos tecnológicos para ayudar a que Rosneft desarrolle yacimientos de gas, esquisto y petróleo en aguas profundas en el Ártico. Esta situación ha obligado a Rosneft a buscar por todas partes para encontrar nuevos yacimientos con el fin de remplazar sus reservas.

Apuesta riesgosa
La apuesta más importante de Rosneft es Venezuela. En los últimos tres años, Rusia y Rosneft han dado 10.000 millones de dólares de ayuda financiera a Caracas, con lo cual Venezuela ha evitado al menos dos veces el incumplimiento del pago de su deuda, la cual asciende a 150.000 millones de dólares.

“Rusia es el único país que puede ayudar a Venezuela a sobrevivir el resto del año”, dijo Francisco J. Monaldi, analista de políticas energéticas de la Universidad Rice.
Rusia está sustituyendo de manera eficaz a China como el principal banquero de Venezuela. Mientras el presidente Hugo Chávez estuvo en el poder, China prestó miles de millones de dólares a Venezuela para proyectos, los cuales se pagarían con petróleo. No obstante, China discretamente ha dejado de realizar los préstamos y ha permitido que Rusia llene ese vacío.

El año pasado, Rosneft obtuvo una participación de 49,9% en Citgo, la refinadora filial de la petrolera paraestatal venezolana que se encuentra en Estados Unidos, como garantía de un préstamo de 1500 millones de dólares a la empresa venezolana. La petrolera del Estado, Petróleos de Venezuela (PDVSA), utilizó el dinero para saldar sus cuentas y mantener la producción de sus yacimientos.

Los miembros del congreso criticaron rápidamente la transacción, pues advirtieron que, si Rusia adquiría Citgo, en un futuro peligraría la seguridad nacional. Citgo opera cerca de 4% de la capacidad refinadora de Estados Unidos y tiene una red extendida de oleoductos y gasolineras. Además, Caracas sigue dependiendo de forma importante del mercado estadounidense, ya que hay pocas refinerías afuera de Estados Unidos que puedan procesar grandes cantidades de crudo venezolano de baja calidad.

En abril, Rosneft fue más allá, pues dio un pago adelantado de $1.000 millones por el petróleo crudo que produjera la paraestatal, una ayuda crítica para que esta pagara casi $3.000 millones a obligacionistas.

Sin embargo, las inversiones rusas no son completamente seguras. Los yacimientos de Venezuela están envejeciendo y se encuentran en mal estado. Las empresas de servicios petroleros se han ido retirando después de años de pagos parciales por su trabajo. Y las nuevas sanciones de Estados Unidos han prohibido en gran medida las transacciones de préstamos a largo plazo con PDVSA o inversiones en otras nuevas deudas del gobierno, lo cual ha provocado que los apuros financieros de Venezuela se hayan agudizado aún más.

“Rusia es el único país que puede ayudar a Venezuela a sobrevivir el resto del año”, señaló Francisco J. Monaldi, un analista de políticas energéticas de la Universidad Rice. “China tiene la capacidad, pero no la disposición, y por este motivo Venezuela está tan desesperada por obtener el apoyo ruso. Es la única salida”.


Venezuela es la segunda fuente de crudo de Rosneft, después de Rusia. La empresa rusa revende cerca de 225.000 barriles de petróleo venezolano al día, el equivalente a 13% de las exportaciones de Venezuela. Todos los tejes y manejes parecen ser muy agresivos en estos momentos en Venezuela, donde el involucramiento de Moscú es más riesgoso.

El gobierno venezolano argumenta que tiene más de $9.000 millones en reservas de divisas, aunque una gran parte de esa cantidad es oro que se debe enviar al extranjero para liquidar deudas, una transacción que puede tomar tiempo.
 

dulcamara

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stan saltando fuori le contropartite del rimborso del N17....

Venezuela alquila sus refinerías a China y Rusia por falta de recursos | LaRepublica.pe


Venezuela alquila sus refinerías a China y Rusia por falta de recursos

Petróleo. La segunda refinadora más importante del mundo quedará en manos de extranjeros para aliviar deudas.

5 Nov 2017 | 6:00 h

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Venezuela. Una de las unidades refineras: la estatal Petróleos de Venezuela.

Agencias

Ante la falta de recursos, el gobierno de Nicolás Maduro y la empresa estatal Petróleos de Venezuela SA. (PDVSA) decidieron alquilar sus refinerías a empresas provenientes de China y Rusia.

Esta medida, que busca evitar incrementar la deuda y reducir los impactos de la crisis, va en contra del marco legal establecido por el Estado Bolivariano.

“Este tipo de contrato de servicio no lo establece la Ley Orgánica de Hidrocarburos”, declaró José Bodas, directivo de la Federación Única de Trabajadores Petroleros de Venezuela (Futpv), al medio venezolano El Nacional.

Lo que se arrienda es el Centro Refinador Paraguaná, ubicado en el estado de Falcón, con una capacidad de procesamiento de 960.000 barriles diarios, considerado el segundo más grande del mundo después de la refinería Jamnagar, en India, con 1.240.000 barriles al día de capacidad.

Este Centro Refinador engloba a las refinerías Amuay, Bajo Grande y Cardón. Según Iván Freites, dirigente de la Futpv, las empresas arrendatarias son la Rosneft (Rusia) y Petrochina.

La primera manejará la refinería de Amuay con una capacidad de producción de 650.000 barriles diarios y Petrochina hará lo propio en Cardón, cuya capacidad es de 310.000 barriles por día.

China y Rusia son los países que más prestaron dinero a Venezuela como parte de los convenios bilaterales de cooperación. “Ese auxilio financiero es indispensable, más ahora con las restricciones económicas de Estados Unidos a personeros del gobierno”, manifestó Bodas.

No obstante, se denuncia que dicho acuerdo se está dando en secreto.

“La ‘plena soberanía petrolera’ parece debilitarse con el presunto alquiler de refinerías venezolanas a Rusia y China que hace el Gobierno Nacional y la estatal PDVSA ‘por debajo de cuerda’ para poder recuperar la industria”, citaron medios venezolanos.❧
 

tommy271

Forumer storico
rispetto tutte le opinioni.
credo xo stiamo scartando la più semplice che di solito è quella giusta. ha rimborsato 2 mld di dollari x nn defaultare. nn defaultara una settimana dopo x 450 milioni.
il resto imho seghe mentali complottiste etc etc.

Finora ha rimborsato 840 Mln + 40 Mln di cedola.
Ha detto che rimborsa 1,2 MLD. Questi li attendiamo per domani (ha bonificato giovedì, venerdì non sono arrivati. Arriveranno lunedì).
 

m.m.f

Forumer storico
Non è nemmeno così pessimista questo altro fondo USA carico di bonos.



L'articolo è dellìEconomist e lo trovi qui

The Economist: Venezuela asks its creditors to renegotiate its vast debt
INVESTORS have long seen a default on Venezuelan sovereign debt as a question of when, not if. They have consistently priced its bonds at levels implying that a bankruptcy was imminent, only to be surprised when the cash-strapped oil exporter somehow managed to stay afloat. Now the game at last appears to be up.

On November 2nd Nicolás Maduro, the country’s authoritarian president, announced that he would order a “refinancing and restructuring” of foreign debt worth about $105bn, roughly ten times Venezuela’s foreign-exchange reserves. It would be the second-biggest sovereign default in history; in 2012 Greece restructured $261bn of liabilities. Bonds issued by the government and PDVSA, the state oil company, fell by 25%-40% on the news.

Analysts are scratching their heads as to what Mr Maduro has in mind—or if he has a plan at all. In the same speech in which he declared his intent to refinance the debt, the president also proclaimed that PDVSA would pay its final instalment of $1.2bn on a bond that matured on November 2nd. Just a week earlier, the company also made good on a $842m payment of principal amortisation. If Venezuela were really preparing to renege on its debts, having an extra $2bn in the bank would surely come in handy during contentious negotiations with lenders. “You don’t pay a billion dollars, and then say ‘screw the bondholders’,” says Ray Zucaro of RVX Asset Management, a Florida-based investment firm that holds Venezuelan bonds.

Mr Maduro’s brief, cryptic statement provides little indication of what concrete steps he will take. The closest precedent is the Argentine crash of 2001, when the government in Buenos Aires simply stopped making payments on $82bn of debt. Unlike Argentina, however, Venezuela is a petro-state that holds valuable property abroad, including Citgo, a refiner in the United States, and a fleet of oil tankers. If the country tried to follow in Argentina’s footsteps, foreign creditors might be able to seize those assets. That would severely disrupt PDVSA’s operations, and could cause the Venezuelan economy, which has shrunk by over a third since 2013, to collapse even further.

The president invited banks, bondholders, and “everyone involved in foreign debt” to the country to take part in talks, theoretically scheduled for November 13th. The chances of a consensual workout, however, appear to be nil.

First, it would have to exclude American investors. The United States imposed sanctions on Venezuela in August, after Mr Maduro replaced the opposition-controlled national assembly with a sham parliament he calls a “constituent assembly”. The measures forbid entities under American jurisdiction from owning any new bonds issued by Venezuela or PDVSA. That would prevent them from exchanging existing bonds for new ones in a restructuring deal.

The United States’ Treasury department has also designated Tareck El Aissami, Mr Maduro’s vice-president, as a drug kingpin (Mr Aissami denies the charge). As a result, Americans cannot have any contact with him, which could stop negotiations before they get started since Mr Maduro has named Mr El Aissami the head of his new debt-restructuring committee. Moreover, bondholders from outside the United States would hardly be amenable to a settlement in which the cost of a haircut falls entirely on them, while American creditors are made whole.

Observers who give the president credit for thinking at least one step ahead have floated a number of plausible theories for his perplexing decision to pay today and renegotiate tomorrow. One interpretation is that Mr Maduro may hope to continue paying debts owed by PDVSA, which provides 95% of the country’s foreign income, while welching on those contracted by the Venezuelan state itself. The government’s vulnerable assets abroad are technically held by PDVSA rather than by the Republic of Venezuela. And the government’s bonds, unlike some of PDVSA’s, all include “collective-action clauses”, which prevent individual creditors from blocking a deal that a super-majority of lenders are willing to agree on.

However, foreign courts are likely to look askance at any effort by Mr Maduro to pick and choose which lenders to snub, since PDVSA is widely regarded as being indistinguishable from its owner. Asdrúbal Oliveros, a Venezuelan economist, recently tweeted that a “selective” default is “practically impossible”.

Another theory is that Mr Maduro may have intended to send the prices of his country’s debt tumbling. A sell-off would enable either Venezuela or its foreign patrons, primarily Russia and China, to buy back the obligations cheaply. That, in turn, would allow Venezuela to retire its debt at lower cost, or to put it in the hands of sympathetic allies.

A more conspiratorial explanation has been mooted by Javier Ruíz of “Caracas Chronicles”, an opposition-friendly blog. The government had spooked markets by making use of 30-day grace periods to delay a series of interest payments, causing their prices to fall. Noting high trading volumes in the bond that Mr Maduro said would be paid on November 2nd, Mr Ruíz wondered whether the government might have informed well-connected insiders that it planned to settle up this obligation in full. If true, that would have ensured that friendly cronies made the final stop on the Venezuelan-debt gravy train before payments ceased.

Whatever the explanation, it is clear that Mr Maduro is trying to pin as much of the blame as possible on Donald Trump. He devoted much of his speech to denouncing “the global financial dictatorship of American imperialism”, and complained of a “genuine financial blockade”. The United States has certainly made it harder for Venezuela to fulfil its obligations: several Venezuelan businesses have reported that international banks have rejected or delayed their dollar payments in recent months, at the bidding of compliance departments concerned about falling on the wrong side of American law.

Mr Maduro says that his treasury’s bond payments have been held up for the same reason. In practice, though, America’s sanctions on Venezuela are modest. In contrast with Cuba, the target of a long-standing trade embargo, Venezuela still enjoys open trade with the United States and sells much of its oil to America.

The end of the oil boom in 2014, profligate public spending and systematic corruption have exacerbated Venezuela’s fiscal woes. But ultimately, the reason that a country with more oil reserves than Saudi Arabia is hopelessly insolvent is the destruction of its private sector by Mr Maduro and his predecessor, Hugo Chávez.
 

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