Titoli di Stato area non Euro ARGENTINA obbligazioni e tango bond (12 lettori)

Bzt

Forumer storico
Ciao BZT,
...
Sei perdonatissimo e ringraziatissimo per l'intervento. :)
Il mio post era un po' provocatorio, nel senso di provocare dibattito, senza prendersi gioco di alcuno.

Una delle controindicazioni dei corporate è che richiedono più lavoro e studio rispetto ai TDS che sono più sotto i riflettori, non sono cosa da pigri. :fiu:
Altra questione è la loro trattazione spesso OTC, operatività che non tutti (io tra questi) praticano.

Ricordo il tuo post di tempo fa sui corporate e ricordo anche quando mi segnalasti qualche titolo, che si rivelò non trattato da Fineco, da inserire nel mio riepilogo. Appena riesco vado a rileggere.
Magari faccio un'appendice al riepilogo con YPF e quant'altro di interesse eventualmente scovo nella mia piattaforma.
 

Bzt

Forumer storico
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Owblisky

Compravendite mobiliari
Apprezzatissime le riflessioni sulle diverse opportunità offerte dai corporate e dai governativi. Offro un' altro spunto di ragionamento che quì viene poco affrontato, ovvero la variabile cambio. Non è un mistero che i miei titoli preferiti sono quelli in Euro.
Affrontare un eventuale default potrebbe richiedere tempi molto lunghi, e se non è impossibile fare un ipotesi di dove sarà il dollaro tra sei mesi è impossibile sapere dove sarà tra 3 anni.
Essere sui titoli in Euro elimina questo (non piccolo) problema, ma ha anche una grande controindicazione, questo ragionamento lo fanno anche gli hedge found Americani che per lo stesso motivo difficilmente preferiranno posizionarsi su titoli Euro.
 

Bzt

Forumer storico
Apprezzatissime le riflessioni sulle diverse opportunità offerte dai corporate e dai governativi. Offro un' altro spunto di ragionamento che quì viene poco affrontato, ovvero la variabile cambio.
...

Già, c'è anche l'aspetto cambio.

C'è anche l'aspetto liquidità.
Ho dato un'occhiata alle serie storiche delle due YPF 2027/2047 (TLX).
La 2027 negli ultimi sei mesi ha avuto scambi in 53 sedute (nelle altre zero scambi) con un volume medio di 23K.
La 2047 negli ultimi sei mesi ha avuto scambi in 85 sedute con un volume medio di 55K.
Per avere un raffronto, la PAR 2038 EUR nello stesso periodo ha avuto scambi in 129 sedute con un volume medio di 700K.
In questo momento lo spread Bid/Ask delle due YPF è di circa tre figure, sulla PAR 2038 EUR è di 0,45 figure (di solito è un po' più stretto).

Questo non per essere "anti", ma dati alla mano i corporate sono molto meno maneggevoli dei TDS, come già evidenziato in altri post.

Nonostante questo credo abbia ragione Vento (e Russia...), i corporate possono offrire ottime occasioni, ma richiedono dedizione e competenza, non sono per tutti.
 
Ultima modifica:

tommy271

Forumer storico
Deuda: ¿Es viable una salida a "la uruguaya"?

03 Octubre 2019

Es necesario una salida "amigable" con el mercado y un programa monetario/fiscal consistente que permita estabilizar las variables nominales y alcanzar el superávit fiscal primario requerido para estabilizar la relación deuda / PBI.

Federico Furiase





Frente al cierre de los mercados ante un riesgo país arriba de 2.000 puntos básicos, con paridades de bonos en torno a 45%, un perfil de deuda muy complicado en 2020 frente a la concentración de vencimientos de letras de corto plazo y bonos con legislación local, una resolución rápida del tema deuda será condición necesaria para estabilizar las variables nominales (tipo de cambio, salarios e inflación), bajar el riesgo país / tasa de interés y estabilizar la caída del nivel de actividad hacia el segundo trimestre de 2020.

El riesgo de la transición hacia diciembre: pérdida de reservas y monetización forzada. Con 46 días hábiles hasta el 10 de diciembre, en un contexto de inestabilidad financiera e incertidumbre política, la dinámica del drenaje de reservas por vencimientos de deuda, venta de dólares del BCRA y salida de depósitos en dólares, con riesgo de monetización forzada del BCRA para cerrar la brecha fiscal, condicionará fuertemente el punto de partida de la próxima gestión. Bajo un escenario de “transición estable” hasta el 10 de diciembre, con venta de reservas del BCRA a un ritmo promedio de u$s60 millones por día hábil restante, salida de depósitos en dólares a un ritmo promedio de u$s150 millones por día hábil (asistida en u$s60 millones por encajes que forman parte de las reservas brutas del BCRA), y vencimientos de deuda en dólares con los depósitos en dólares del Tesoro en el BCRA, las reservas brutas podrían terminar en la zona de u$s39.000 millones (hoy en u$s48.600 millones), con reservas líquidas en zona de u$s12.000 millones (hoy en u$s14.800 millones). Pero si la salida de depósitos en dólares se acelera a un ritmo promedio de u$s300 millones por día hábil restante al 10/12 (asistida con encajes por u$s120 millones diarios) y la venta de reservas del BCRA a u$s250 millones por día hábil restante, las chances de ir a un escenario con dinámica “inestable” suben fuerte.

Además, el Tesoro tiene una brecha fiscal de pesos por $240.000 millones (18% del nivel actual de la base monetaria), concentrada en diciembre, principalmente, que sin roll over en el mercado, corre el riesgo de ser abastecida principalmente vía emisión monetaria, en un contexto de caída en la demanda real de dinero / aumento en la velocidad de circulación del dinero.

Dinámica de baja en reservas y riesgo de monetización en la transición hacia las elecciones que podrían impactar en tipo de cambio, brecha, expectativas e inflación…

Crisis de liquidez… ¿y de solvencia? Con vencimientos de deuda con el sector privado por u$s29.200 millones en 2020, un riesgo país arriba de 2.000 puntos básicos y un balance del BCRA en deterioro por el drenaje de reservas, la crisis de liquidez es un hecho. La deuda pública con el mercado y organismos internaciones se ubica en la zona de 60% del PBI (de ese total, 64% corresponde a deuda con mercado y 36% a deuda con organismos internacionales), con una alta participación de la deuda denominada en dólares (en torno al 85%).
En tanto, el costo promedio de la deuda en dólares con el sector privado (bonos) se ubica en la zona de 5,2%.
Partiendo de una relación deuda pública neta / producto en torno a 60% del PBI a un tipo de cambio real de 2 (base 1 = diciembre 2001), consistente con superávit comercial por el desplome de las importaciones, para que ese ratio se estabilice en estos niveles bajo un supuesto de crecimiento real de 2% y tasa real de 6%, la economía tendría que transitar hacia un superávit fiscal primario de 2,4% del PBI, partiendo de un déficit primario en torno a 1% del PBI con el que terminará 2019. Nada fácil teniendo en cuenta la inercia inflacionaria en un contexto de caída en la demanda real de dinero y la indexación por ley del 60% del gasto público de la Nación a la inflación pasada. Y si se crece menos y aumenta la tasa real requerida para estabilizar el tipo de cambio real, entonces el superávit fiscal primario requerido para estabilizar la relación deuda / PBI es mayor.

El perfil de vencimientos de deuda con sector privado es complicado en 2020, con vencimientos de bonos/letras en dólares por 3,6% del PBI y de bonos/letras en pesos por 3,8% del PBI, pero descomprime fuerte después: 2,2% del PBI y 0,4% del PBI respectivamente en 2021, 2% del PBI y 0,2% del PBI respectivamente en 2022 y 1,7% del PBI y 0,2% del PBI respectivamente en 2023. La concentración de vencimientos con organismos internacionales aumenta significativamente en 2022 (4,8% del PBI) y 2023 (4,1% del PBI).

¿Es viable una salida a la uruguaya? Teniendo en cuenta la estructura del perfil de vencimientos y los niveles de deuda, para que el manejo de la deuda permita bajar el riesgo país y levantar la restricción de dólares que amenaza con shockear nuevamente la nominalidad de la economía, el combo tiene que incluir necesariamente una salida “amigable” con el mercado y un programa monetario/fiscal consistente que permita estabilizar las variables nominales y alcanzar el superávit fiscal primario requerido para estabilizar la relación deuda / PBI.

De los u$s29.200 millones de vencimientos de deuda con el sector privado en 2020, el 87% corresponde a títulos con legislación local, en tanto que en torno a la mitad del total de los vencimientos corresponden a bonos/letras denominados en pesos. Si no se abre el mercado, el dilema con los vencimientos de deuda en pesos podría forzar medidas con alto costo económico, como un nuevo reperfilamiento (con impacto potencial en la demanda de pesos y en una expansión monetaria por desarme de Leliqs si se acelera la salida de depósitos en pesos y el rescate de fondos money markets); o bien, una monetización del BCRA en un contexto de debilidad en la demanda de dinero.

Dado que la concentración de vencimientos de 2020 corresponde principalmente a títulos bajo legislación local y que las condiciones de emisión de los bonos con legislación internacional incorporan CACs y cláusulas de cross acceleration, a diferencia de los títulos/letras bajo legislación local, estos últimos podrían tener un riesgo de reperfilamiento/reestructuración más elevado, en la urgencia de los primeros meses de la próxima gestión, si no se reabren los mercados.

Vale recordar que el caso Uruguay 2003 fue exitoso en la dinámica de baja ex post del riesgo país, dado que la reestructuración se hizo en el marco de un canje voluntario de títulos, con extensión de plazo en el pago del capital, sin quita nominal, manteniendo el pago de los cupones a la tasa vigente, en consistencia con una quita a valor presente muy baja aceitada por la baja del riesgo país ex post (menos del 10%), en el marco de un acuerdo con el Fondo y con una política fiscal / monetaria consistente. Uruguay pasó desde un déficit primario de -0,9% del PBI en 2001 a un superávit primario de 3,1% en 2003 y a 3,9% del PBI en 2004.

(*)Director de Eco Go y profesor en la Universidad Torcuato Di Tella.

Deuda: ¿Es viable una salida a la uruguaya?
 

tommy271

Forumer storico
¿Reperfilamiento "a la uruguaya" o "a la argentina"?

04 Octubre 2019 - 00:00

Una reprogramación de los vencimientos a un mínimo de 15 años, unido a una fortísima reducción de la tasa, sin quita en el capital, parece la opción más potable.


Walter Graziano





Si en algo han acertado los políticos argentinos es en ganar la mayor cantidad de tiempo posible anunciando la voluntad de reprogramar los vencimientos de deuda que se acercan. Es una pena que ello deba ocurrir dado que una vez más el país muestra a sus acreedores que no puede honrar sus compromisos en tiempo y forma. Lo cierto es que este gobierno endeudó al país de forma alarmantemente rápida a plazos cortos por lo que el cuatrienio 2020–2023 luce especialmente difícil de sortear sin una refinanciación. Aunque en alguno de estos años (2020 es el caso) los vencimientos de la deuda en dólares es “liviana” en comparación con los demás al operar vencimientos en divisas por “solo” u$s 20.000 millones, si se suma a ello los intereses de todo el resto de la deuda que opera el año próximo se observa que los vencimientos totales rondan los u$s 35.000 millones.

Meses atrás la situación podía sortearse exitosamente ideando mecanismos de ingeniería financiera que utilizaran a la ANSES para que traccionara la demanda de bonos de deuda generando un círculo virtuoso. Pero la desidia de los funcionarios y los acontecimientos de los últimos meses han hecho perder toda esperanza de poder solucionar el tema de la deuda externa sin reprogramación de la deuda. Y ahora luce acuciante despejar las dudas que existen sobre el 2020 y los años que le siguen no solo porque si se hace a las apuradas cuando el país ya se quedó sin reservas es mucho más costoso, sino también porque difícilmente el escenario de la economía internacional pueda ser más beneficioso para los mercados emergentes que el actual.

Hay que tener en cuenta que muchos países de calificación relativamente baja han podido tomar deuda de manera abundante en los últimos meses. Muchas han sido las emisiones realizadas ante la fuerte baja en la tasa de bonos a 10 años de Estados Unidos que ahora se ubica en torno a 1,55% anual, mientras que las tasas en Alemania y Japón son ahora negativas. Es dudoso que estos rendimientos puedan ser perforados a la baja. Y si lo fueran, ello indicaría la posibilidad de una recesión mundial fuerte, hecho que a pesar de deprimir los rendimientos de los países industrializados clausura el ingreso de fondos a países emergentes por la sencilla razón de que los operadores internacionales comienzan a descontar que más de uno de estos países van a tener problemas para exportar por lo que empieza a aumentar el diferencial de riesgo entre los países con alta calificación crediticia y el Tercer Mundo.

Por otro lado, si el presente contexto es solo un “bache temporal” de una economía internacional sólida, las tasas volverán a subir en Estados Unidos y Europa lo que eleva los rendimientos globales. En otras palabras: el mejor escenario internacional para Argentina es el actual. Ningún cambio para arriba o para abajo en las tasas internacionales va a ayudar a una reprogramación de la deuda argentina. Por otra parte, una vez que se anunció un canje voluntario de deuda no cabe más remedio que efectuarlo. De otra manera los mercados empiezan a descontar que el mismo será forzoso, lo que dificulta toda negociación al elevarse todavía más la prima de riesgo país e ingresar fondos buitres en forma masiva como acreedores de la deuda.

Por lo tanto, no cabe más remedio que aplicar el verbo de moda: reperfilar. La gran duda es como hacerlo. Tanto las autoridades como la oposición están de acuerdo en hacerlo en lo posible sin quita de capital e intereses y solo alargando plazos. Pero: ¿es esto posible sin seguir aumentando el riesgo de un default desordenado? ¿Alcanza con alargar plazos cuando la deuda es especialmente pesada y la tasa de interés promedio de los bonos muy onerosa? ¿Qué conviene: alargar plazos, achicar el capital o pagar una baja tasa de interés? ¿Cuál de las tres cosas? ¿O una combinación de algunas?

Veamos, la decisión final siempre conviene tomarla por la opción que arroja el menor valor presente neto. Pero a los fines de hacer un rápido análisis comprensible para todo el público es necesario simplificar la cuestión y mostrar los diferentes escenarios. Veamos la versión “uruguaya”: supongamos que todos los vencimientos de capital de toda la deuda se “reperfilan” a cuatro años por un plazo de diez, comenzando a vencer el 2024, con vencimiento final el 2033. El FMI a su vez refinancia todas sus acreencias de capital e intereses.

Supongamos que los vencimientos de capital pueden refinanciarse ordenadamente cuando vencen mientras que los intereses se abonan. La deuda en dólares con bonistas privados ascendería a u$s105.000 millones a fines de este año, por lo que desde 2024 vencerían u$s10.500 millones de capital más u$s10.000 millones de intereses. En total u$s20.500 millones con bonistas privados solamente, a lo que hay que agregar la deuda intrasector público -que hoy llega en dólares a los 80.000 millones, por lo que insumirán algo más de u$s16.000 millones anuales.

Vale decir que desde 2024 tendríamos una necesidad mínima de financiamiento en dólares de al menos u$s 36.000 millones anuales, sin contar ni la deuda con el FMI, ni las nuevas emisiones de deuda que pudieran hacerse por nuevo déficit fiscal ni tampoco la deuda en pesos. Lucen vencimientos muy abultados. En realidad demasiado abultados. Tan abultados como para que desde fines de 2021 vuelvan los temores de pago con la deuda argentina que elevarían rápidamente el riesgo país y harían inviable poder tomar deuda de la manera lo suficientemente abundante como para pagar los vencimientos.

¿Qué indica esto? Que sin reducción del stock de deuda externa o fuerte reducción en la tasa de interés en la deuda refinanciada prácticamente no hay posibilidad de salir del ahogo financiero en que hoy se encuentra el país. Va a ser necesario probablemente refinanciar la deuda a períodos de no menos de quince años. Toda quita en el capital de deuda va a resultar problemática. Sobre todo si se realiza una quita como la que sería necesaria para bajar los vencimientos de capital e intereses anuales a niveles considerados como “pagables”.
Sería necesaria una quita del 50% de esos vencimientos unido a plazos de 15 años para que la deuda argentina sea “pagable”, y los u$s36.000 millones arriba citados se transformen en u$s12.000/15.000 millones. Pero es muy difícil que esta opción pueda instrumentarse de manera voluntaria, por no decir imposible.
Finalmente, está la opción de reducir fuertemente la tasa de interés unida a la refinanciación de la deuda a 15 años como mínimo. Esta opción es la que parece más potable: se respeta el total de la deuda, sin ninguna quita pero se paga una tasa bajísima, por decir un número: el 2% anual en dólares.


Ello permitiría achicar el pago de intereses a cerca de la cuarta parte. El ahorro de esta opción no sería tan voluminoso como con una quita del 50% -los u$s36.000 millones anuales de la opción “uruguaya” se transformarían en u$s15.000/18.000 millones- pero el nivel de litigiosidad sería muy inferior ya que los acreedores no deberían mandar a pérdida en sus balances una quita de la deuda. Esta parece ser entonces la opción más potable para Argentina: una reprogramación de los vencimientos a un mínimo de 15 años unido ello a una fortísima reducción en la tasa de interés sin ninguna quita en el capital de la deuda.

Alguien podría entonces decir que esta opción es más gravosa para los acreedores que la versión “uruguaya”. Cierto, pero en el caso de Uruguay la cantidad de bonos en manos privadas no llegaba a los u$s3.000 millones (sobre una deuda de u$s12.000 millones),y no había “cláusulas de acción colectiva”. Era otro mundo, y Uruguay es otro país. No es válida ninguna comparación. Una refinanciación “a la argentina” podría ser una salida viable.

Walter Graziano y Asociados
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¿Reperfilamiento a la uruguaya o a la argentina?
 

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