DESTACADA
En el resto del año el país tiene que pagar deuda por $ 4 mil 700 millones
Los vencimientos de bonos de la República y PDVSA a cancelar entre agosto y diciembre equivalen a 46% de las reservas internacionales
Víctor Salmerón
@vsalmeron
Entre 2004-2012 Venezuela disfrutó del
boom petrolero más largo de la historia, tan sólo el bache 2009-2010 produjo una breve pausa, y al país ingresó una montaña de petrodólares, pero la administración de Hugo Chávez necesitó mucho más y se endeudó velozmente. Las cifras del Banco Central de Venezuela registran que en este mismo período en que el oro negro desafió la ley de la gravedad, la deuda aumentó 292% desde 28 mil 853 millones de dólares hasta 113 mil 112 millones.
El dinero recibido por los préstamos se destinó a proyectos que no son capaces de generar dólares, y a diferencia del resto de los países petroleros Venezuela no creó un fondo de ahorros, por lo tanto, bastaba que el barril de petróleo descendiera para que el peso de la deuda comenzara a doblar la espalda de la economía.
Las reservas internacionales, el tanque de dólares que administra el Banco Central de Venezuela y permiten importar, pagar deuda, cubrir contingencias y ayudar a la estabilidad del tipo de cambio se ubicó al cierre del 8 de agosto en 10 mil 009 millones de dólares y en lo que resta de año el país debe desembolsar, por vencimientos de bonos de PDVSA y la República, 4 mil 700 millones de dólares, es decir, el equivalente a 46% de las reservas.
El ingreso a recibir por las exportaciones de petróleo, que aportan 96 de cada 100 dólares que ingresan al país, se ha debilitado no sólo por el descenso de los precios, también por la caída de la producción y no serán suficientes para aliviar las condiciones y permitir que la economía, que acumula catorce trimestres de descenso, tome una bocanada de oxígeno.
Ante la falta de un programa de ajuste que inspire confianza y una crisis política aguda, la administración de Nicolás Maduro se ha quedado sin la posibilidad de obtener el financiamiento que requiere para cubrir todas las necesidades, por lo tanto, optó por un severo recorte de importaciones que se traduce en empresas sin materias primas para producir, escasez de alimentos, de medicinas y contracción de las inversiones.
De acuerdo con un estudio elaborado por Ecoanalítica en mayo de este año, tomando en cuenta las divisas vendidas al tipo de cambio protegido de 10 bolívares por dólar y el sistema complementario (Dicom), cada día el sector privado pudo comprar 5,6 millones de dólares, magnitud que se traduce en un descenso de 54% respecto a mayo de 2016.
La contracción en la venta de divisas por los canales oficiales implica que el tipo de cambio paralelo (una ley impide reflejar su cotización), donde el dólar se cotiza a un nivel mucho más elevado que el establecido por las autoridades, toma relevancia en la economía porque se convierte en la alternativa que tienen las empresas para importar o proteger el dinero de una inflación que se mueve en la frontera de los cuatro dígitos.
Pocas opciones
La posibilidad de obtener recursos en el corto plazo luce complicada. La Asamblea Nacional, que ha sido desconocida por el gobierno bajo el argumento del Tribunal Supremo de Justicia de que se encuentra en desacato, advirtió a las entidades financieras que no reconocerá ningún tipo de endeudamiento que no haya sido aprobado por sus diputados.
A este efecto se añade el costo reputacional en el que incurrirían bancos extranjeros, si financian a un gobierno acusado de violar derechos humanos y vulnerar la democracia. Por lo tanto, el gobierno ha traspasado al Banco Central de Venezuela una serie de bonos para que el BCV los utilice como garantía y obtenga préstamos que, según interpretaciones jurídicas, no requieren de la aprobación de la Asamblea Nacional.
Ecoanalítica tuvo acceso al balance de activos financieros en poder del Banco Central al 22 de septiembre de 2016, y lo actualizó con las operaciones que se han llevado a cabo en el primer semestre de este año. El resultado es que el Banco Central tiene una cartera de activos con un valor nominal de 24 mil 911 millones de dólares, pero a los que el mercado les asigna un valor mucho más bajo, aparte de que buena parte de los mismos difícilmente sería aceptada como garantía.
Esta cifra incluye bonos que aún están en poder de bancos públicos, distintos al BCV, pero que serían traspasados en el corto o mediano plazo.
El estudio de Ecoanalítica concluye que “de estos activos, existe alguna capacidad de financiamiento con las notas estructuradas (400 millones), los bonos del Tesoro americano (287 millones) y los bonos fuera del BCV (entre 1.200 y 1.700 millones)”.
“Es decir, si el Estado venezolano lograse levantar el aislamiento financiero internacional que la oposición ha logrado imponer a través de restricciones legales y reputacionales, en los próximos 18 meses se pudieran levantar entre 1.900 millones de dólares y 2 mil 600 millones de dólares, un tercio de las necesidades de financiamiento de 2017”, afirma Ecoanalítica.
La joroba
La concentración de los vencimientos de bonos de PDVSA y el gobierno central ha creado una joroba que sólo comenzará a disminuir en 2028. La perspectiva es que, si el precio del petróleo no aumenta de forma considerable, el país tendrá que destinar al menos un tercio del ingreso petrolero de cada año a servir la deuda, algo que compromete seriamente la posibilidad de que la economía deje atrás la recesión e inicie un ciclo de recuperación.
Analistas coinciden en que para Venezuela es urgente reestructurar su deuda, es decir, acordar con los acreedores una extensión en los plazos, años de gracia y un recorte del monto. Pero esta posibilidad requiere de un plan integral para rescatar la economía y del aval de organismos multilaterales, como el Fondo Monetario Internacional, algo que no luce posible bajo la administración de Nicolás Maduro.