2017
En opinión: Botarla de faul o default
Ylich Carvajal Centeno Articulista
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El Gobierno de la República Bolivariana de Venezuela se ha visto obligado a pagar en 24 meses 64 mil millones de dólares a sus acreedores internacionales.
La cancelación forzosa de esa ingente cantidad de dinero se ha hecho en momentos en que los precios del petróleo han caído de forma aparatosa creando una sentida crisis fiscal que ha afectado el precio de los productos importados o que requieren de componentes importados para su fabricación.
Esa doble tenaza, la caída de los precios del petróleo y el pago forzoso, cash, de las deudas, es parte de la guerra económica que el Gobierno ha denunciado reiteradamente y por la que se le ha negado el crédito internacional a pesar del pago puntual de los compromisos adquiridos. Ha hablado incluso de “bloqueo financiero” a la República.
Agencias internacionales de noticias han informado que el Gobierno venezolano se ha visto en la necesidad de vender sus bonos soberanos, incluso, por debajo de los precios del mercado y negociar en condiciones desfavorables por la campaña internacional que auguraba una crisis financiera inevitable.
La guerra contra Venezuela en el plano financiero internacional buscaba, de acuerdo con lo que ha dicho el mismo Gobierno, empujar a la República a un default que, de retruque, provocara la caída del presidente Nicolás Maduro y creara un escenario favorable para una intervención del gobierno de los Estados Unidos en nuestro país.
¡A ver! Un país que supuestamente vive bajo una “narcodictadura” –como afirman los presidente de Colombia, Argentina, Perú y México-, cuyos dirigentes de oposición han solicitado un “canal humanitario” y la intervención directa de la OEA y del gobierno de los EEUU, que, además, cae en default está como “mandado a hacer” para una intervención tipo yanqui en nombre de la “la libertad, la democracia y de carácter humanitario” como las de Irak, Afganistán y Siria.
¡Bueno! Como el Gobierno pagó hasta el último dólar que debíamos y el fulano default nunca se produjo y como todas las demás estrategias que desde la Casa Blanca se han direccionado para hacer periclitar al Gobierno Bolivariano fracasaron estruendosamente, el presidente Donald Trump nos impone, ahora sí a todos los venezolanos, sanciones económicas de acuerdo con las que, según explico el presidente Maduro en cadena nacional, ahora sí nadie nos prestará más cobres y tampoco tendremos que pagar los compromisos pendientes.
Hasta aquí todo embona. De la guerra económica encubierta –que incluye al llamado Dólar Today y su triangulación con las casa de cambio de Cúcuta- han pasado sin anestesia al bloqueo financiero sin disimulo. El mismo Departamento del Tesoro de los gringos admitió que las sanciones buscan ahogar nuestra economía. No se podía esperar otra cosa de quienes desde 2002 buscan la forma de derrocar el proyecto bolivariano que nació con Hugo Chávez Frías.
Lo que no embona es por qué el presidente Maduro, como primera reacción ante un nuevo ataque a nuestra economía, convoca a reunión a los tenedores de bonos venezolanos para buscar una forma de pago. Pagamos, puntualmente y cash y nos sancionaron ¿Qué pasaría realmente si dejamos de pagar hasta que se nos reconozcan las mismas condiciones de crédito que tienen todas las demás Repúblicas que emiten bonos soberanos?
Pagar o no pagar ¿Cuál sería realmente la diferencia? Quienes controlan el mercado internacional de los bonos saben que la República puede pagar. El Gobierno nacional sabe que muchas empresas han ganado verdaderas fortunas manipulando el precio de los bonos venezolanos a la baja. Portarse bien no siempre es la mejor salida, a veces ni siquiera es una salida, menos cuando el enemigo te impone sus reglas o las cambia a conveniencia.