Rafael Ramírez: La cloaca de la política y el fascismo
Debo confesar que estoy asqueado del estamento político en Venezuela. Desde la extrema derecha, hasta el madurismo entreguista, existe una amplia gama de personajes “de cuatro pelos”, que han concebido la política como el ejercicio público de la irresponsabilidad y el tremendismo, en un afán desenfrenado para tener o mantener el poder. No les importa mas nada que el poder, tenerlo para medrar de él y para ello son capaces de hacer cualquier cosa.
Todos representan grupos económicos, todos tienen a alguien que los apoya, los financia, los protege, para poder mantener sus negocios, para obtener otros nuevos, en la rebatiña por la renta petrolera, para que todo siga como está, no importa que el país pierda o que el pueblo sufra, ellos ganan. Lo mas paradójico, es que todos estos sectores económicos, sean los tradicionales o de nuevo cuño, son amigos, socios, relacionados, aunque apoyen facciones políticas “opuestas”, o varias facciones a la vez. Todos se conocen, todos se acuerdan, todos corrompen.
Corromper al estamento político, degradarlo, es el accionar cotidiano de estos sectores económicos. Tienen la capacidad, y así está demostrado, de corromper a cualquier grupo, civil o militar, sea de la IV o de la V República, el tiempo juega a su favor, les permite expandirse, asentarse, “colonizar” nuevos sectores, desde políticos, militares, empresariales, pasando por cualquier funcionario en una aduana, o un comité de licitación, hasta la taquilla para un trámite regular.
La aproximación es primero velada, después abierta, conseguir el “contacto”, hacer favores y luego masajear el ego, las carencias materiales, éticas, morales, emocionales, espirituales-religiosas, para obtener los negocios, favores y con posterioridad, ofrecer garantías, recompensas “merecidas” por tanto “esfuerzo y entrega”, construir mecanismos para mantener y fortalecer esa “opción de poder”.
Los mismos sectores que corrompen y destruyen, luego se “hacen” una imagen de incólumes, por la que pagan grandes cantidades de dinero. “Los corruptos son los políticos, es el Estado”, los privados son limpios, transparentes. Todos aplauden y rinden pleitesía a los señores del dinero, pasan a ser honorables “empresarios”, “hombres de negocios”, con el petróleo, la banca, los medios, las importaciones, los alimentos, etc.
Ahora el corrupto es Chávez, su gobierno, sus ministros, las empresas del Estado. En esta matriz coinciden la derecha y el madurismo, extraña coincidencia, que sólo es una señal mas, de hasta dónde llega el entendimiento del nuevo pacto político en el país. Ahora, todos hacen leña del árbol caído, y aquí lo único que cayó fue el gobierno de Chávez y con él, la Revolución Bolivariana
Todo lo que sucede en el país, desde principios del siglo XX, viene marcado por el petróleo, por la influencia y las deformaciones que el modelo rentista petrolero provoca en la política y economía del país, en la forma de apropiación y acumulación de capital, en el trabajo, en la psiquis, conciencia, moral y ética de la sociedad.
El pensamiento progresista del país ha tratado de zafarse por años de esa conducta. Ha escrito mucho, tratando de entender, y ha luchado para derrotar esta hidra de mil cabezas, prácticamente durante todo el siglo veinte. Lo ha hecho con grandes esfuerzos y estruendosas derrotas, seguidas de largos períodos de silencio, donde la hidra se reproduce y fortalece: lapsos históricos de retroceso, sólo rasgados por el relámpago de momentos excepcionales, como el 23 de enero de 1958, los años de la lucha guerrillera en los sesenta, el 4 de febrero de 1992 y el período de gobierno del Comandante Chávez, desde su triunfo electoral hasta su muerte.
Aquí el único arrecho ha sido Chávez. En muchos años no había insurgido un líder tan honesto y determinado a desbaratar el estado corrupto de cosas en el país, como Chávez, tal vez hubiese podido ser Ruiz Pineda, Fabricio Ojeda o tantos otros que pagaron con su vida en el intento. Pero el único que tuvo la oportunidad de dinamitar la madeja de compromisos entre políticos y sectores privados, nacionales e internacionales, de cambiar radicalmente las cosas, y lo hizo, fue Chávez, pero no sobrevivió al hecho.
Fue el Comandante Chávez, el único que cumplió su palabra empeñada de entregar el poder al pueblo, de transformar a nuestro país, salir de la dependencia, romper las ataduras político-económicas con el gran capital, quitarnos del cuello a las transnacionales, devolver la sabia a la patria, construir una nueva moral y una ética que sostuviese al país, una nueva sociedad, que permitiera que nuestros jóvenes asumieran la conducción de la Patria, desde una perspectiva de grandeza, alimentada por el ejemplo y pensamiento Bolivariano, revolucionario, socialista, propio, venezolano. Era la única manera que teníamos, es la única manera que tenemos, de salir del foso donde estamos, para avanzar en un mundo tan agresivo, como competitivo, globalizado.
Yo provengo de una familia venezolana de trabajadores, profesionales y revolucionarios. Mi abuelo paterno fue de los campesinos sin tierra, que llegaron en grupos desde Trujillo a Mene Grande, a iniciar la explotación petrolera. Se incorporó a los “sindicatos rojos”, leía los libros del sindicato, de cómo avanzaba el “ejército rojo” derrotando al nazismo en Europa, y pensaba que llegarían a Venezuela para derrotar a las transnacionales. Participó en la huelga petrolera contra el derrocamiento de Gallegos, tuvo que volver a su pueblo y enviar a mi padre a Trujillo y luego a Caracas a estudiar en la UCV. Su hermana, una mujer de avanzada, miembro fundadora del Partido Comunista en Trujillo, lo acogió. La infancia de mi padre fue la de “devorador de serpientes”, como acuñó un hermano poeta.
Mi abuelo materno, oriental, de la Isla de Margarita, mezcla de árabe y margariteño, artista, artesano, orfebre como Aureliano Buendía, hombre de avanzada, Masón, envió a sus hijas a estudiar a la Universidad Central de Venezuela, en la lejana Caracas.
Allí, en las residencias de la Universidad Central, se conocieron mis padres en la Facultad de Economía. Ya mi padre militaba en la resistencia contra Pérez Jiménez, junto a tantos otros jóvenes, Diego Salazar, Alí Rodríguez, Teodoro Petkoff, entre otros. Estuvo en el asalto al Cuartel de la Seguridad Nacional, junto a la Federación de Estudiantes para rescatar a los estudiantes presos de la dictadura.
Luego, ante la violencia del “betancurismo” y del “Pacto de Punto Fijo”, fue de los que crearon las primeras brigadas de las FALN en Caracas, participando de la comandancia de una de ellas. Fueron años de combate, de guerra, clandestinidad, peligro, de sueños, cultura, formación, entrega, muchos amigos quedaron en el camino: Fabricio Ojeda, Felipe Malaver, los Hermanos Pasquier, Alberto Lovera, José Gregorio Rodríguez y tantos otros, muchos mas presos, torturados, desaparecidos.
Esa fue mi infancia, la de mis hermanos: de ejemplos, de trabajo, de honestidad, de un ejercicio de la política arriesgándolo todo, de casas allanadas, sobresaltos, pero a la vez, de un amor profundo, de un profundo conocimiento de nuestra tierra, sin rencores, ni traumas, pero sin treguas.
Yo he militado en la izquierda desde los 15 años en el Liceo Aplicación y la Vega, no militaba en partidos fáciles, ni acomodados, sino en el “PRV-Ruptura”, junto a lo que consideraba la posición revolucionaria en aquel período. Cuando el partido lo disuelven y se extravían sus jefes, insistimos en Mérida con la “Esperanza Patriótica”, pero luego vino la dispersión total. Todos estábamos en nuestro propio desierto hasta que apareció el Comandante Chávez, el 4 de febrero.
Muy joven entré a PDVSA y tuve que renunciar a ella por mis convicciones, luego trabajé en el exterior, me preparé, trabajé mucho, estudié con esfuerzo, luego, en el sector nacional. Pensaba siempre en el futuro, en todas las posibilidades de la Patria. Siempre hemos sido de trabajo, una familia de profesionales, antes de servir al Estado Venezolano, me dediqué, durante años, a trabajar como ingeniero en el sector petrolero.
Yo me incorporé al gobierno del Presidente Chávez, lo seguí y apoyé, como hizo unánimemente mi familia, incluyendo a mi padre que todavía vivía, porque identificamos en él, en sus palabras, en su valor, la continuidad de lo que somos nosotros: el trabajo, la honestidad con el pueblo, la consecuencia con las ideas revolucionarias, la determinación de arriesgarlo todo, sin cálculos, sin debilidades de ningún tipo, para hacer una revolución. Sin ningún otro pensamiento que servir al país y contribuir con su grandeza.
No fue que me hubiera decidido a ser político o a vivir de la política, ni del Estado, ni a hacer una carrera de diputado, de sindicalista, de burócrata de un partido, nó. Se trataba de atender el llamado que el Presidente nos hacía a todos, para sacar al país de abajo, ayudar al pueblo, trabajar muy duro, para avanzar, como se hace en medio de un manglar o una selva de intereses, de raíces que te aprisionan, te obstruyen el paso, ataduras que deben ser rotas, abrir y hacer un camino, limpiar un campo de zarzas.
Por eso, creo que pude tener una estrecha amistad con el Presidente Chávez, forjada en mas de doce años de trabajo y combate juntos. Nos reconocimos en el mismo empeño y logramos avanzar en los temas estratégicos, claves del país, como, el petrolero, social, internacional. Lo hicimos de la única forma que había que hacerlo: radicalmente, sin ver a los lados, sin otro “Plan”, con el corazón encendido. Trabajamos incansablemente y lo hicimos bien, de una manera que sorprendió a propios y extraños.
El Comandante era mi Jefe, así siempre lo reconocí. Yo entendía y compartía su pensamiento estratégico. Traté de ayudarlo siempre con todo mi esfuerzo y talento. No podría reconocer ni grupos, ni intereses, ni otros jefes, nada distinto a sus ideas. Hicimos muchas cosas importantes, buenas para el país, para el pueblo. Allí está nuestra obra, hoy acuchillada, demolida por el madurismo ¡insensatos!
Este relato, extenso de mi origen y mis motivaciones, se lo debo al país y a mi familia, para responderle a este sujeto miserable de la política de la IV República, un cadáver de esos que ha sido “reflotado”, junto a su partido, por el madurismo. Tomo la oportunidad para explicarle al país y a todo ese aquelarre de la derecha ramplona, de dónde venimos nosotros.
Que sepa que es verdad, somos enemigos irreconciliables, por lo que representan, por lo que le han hecho al país, por lo que significan. Aunque no los conozco de trato, debo decir que personajes como éstos, son la máxima expresión de la cloaca de la política venezolana, que, lo vuelvo a decir, pactan con Maduro un acuerdo de convivencia, mientras dividen a la oposición, la confunden, abandonan a los pocos incautos que aún los siguen.
Este señor se molesta, ante una verdad gigantesca: sus familiares, con anuencia del madurismo, participan como socios de PDVSA en empresas mixtas, como Petrodelta, o en operaciones de “traiders” de petróleo a través de varias empresas.
Explíquele usted a los suyos, ellos me piden documentos, los tienen en la Asamblea Nacional, pregúntenle a su jefe. Pero este señor, en lugar de asumir frente a los suyos, insulta y patalea, con la incontinencia escatológica que lo caracteriza. Al final, resulta ser un payaso mas de Maduro, que ataca a los chavistas resteados con Chávez, que sus hazañas son las de insultar a Chávez, bajar sus cuadros y el de Bolívar, mientras sus aduladores lo aplauden.
A mí ya no me molestan los insultos y mentiras de la extrema derecha, ni de los personajes de la cloaca, primero, porque entiendo que es parte del juego que le hacen a Maduro, y segundo, porque sinceramente, a nadie en el país le importa un lo que digan estos dirigentes de la oposición, ellos abandonaron a sus bases políticas, desde el mismo momento en que los mandaron a morir en las guarimbas, para tener elementos que pactar con Maduro, y lo hicieron sobre esa cantidad de muertos.
No espero tampoco ninguna solidaridad de la cúpula del PSUV, el silencio que han guardado ante los ataques y acusaciones de Maduro, ante la destrucción del legado del Comandante Chávez y del país, para mí definen una posición de este grupo, harán siempre “lo que diga Maduro”, como hizo Mephisto.
Para mi resultó definitivo el día que decidieron no asistir a la sesión de la Asamblea Nacional a hacerle frente a las absurdas acusaciones de la extrema derecha en mi contra, aduciendo un tecnicismo de falta de “quórum” o desconocimiento de la Asamblea. Dejaron que me lincharan ante el país, a mí y al gobierno del Presidente Chávez; pero luego, para mi asombro, fueron en pleno a otra sesión de la misma Asamblea Nacional, la misma que no reconocían, pero para defender a capa y espada, rasgar vestiduras y quebrar lanzas, ¡por los sobrinos Flores, defendiéndolos de las acusaciones de tráfico de drogas!
La dirigencia política no está a la altura de la grave situación que atraviesa nuestro país. No hay definiciones ideológicas, ni planes, ni políticas de cómo afrontar y salir de esta profunda crisis. El único interés, es el de mantener el poder, de allí, la extendida decepción del pueblo con respecto al ejercicio de la política, de los partidos, de todo el espectro que se expresa o desde la Asamblea Nacional o desde el Gobierno. No menciono a la Asamblea Nacional Constituyente, porque sencillamente no dice nada, no existe, sino para aprobar la entrega del país, es decir, “lo que diga Maduro”
Aquí lo que se están disputando es que grupo controla o controlará el gobierno, no importa para qué, ni qué van a hacer, ninguno de estos grupos será capaz de sacar al país de este desastre. No tienen la capacidad, ni la voluntad, porque es que la política con “p” minúscula, es una forma de vida para muchos de ellos. En el país hay una ausencia de liderazgos, de ideas, de posiciones claras, de alternativas para el pueblo.
Por eso, han salido 2,3 millones de venezolanos del país. No ven posibilidades, opciones, ni razones para seguir en él, para luchar. Se van decepcionados de todo. Es difícil decidir irse, es triste y desgarrador, pero se van, hombres y mujeres de todos los colores y posiciones. En vez de luchar, optan por irse, porque no pueden mas, porque no creen en nadie.
Ésto podría seguir así por años, al gobierno no le importa y a la oposición tampoco, Maduro podría seguir entregando el país y nuestros recursos naturales, privatizando PDVSA, desmontando el Legado de Chávez, con el aplauso de la oposición.
Todo podría seguir así, pero el país no aguanta mas, a Maduro se le acabó el tiempo, pero al país también. El país no aguanta, no puede seguir así, al gobierno se le salió hace tiempo la situación de las manos, está en un franco proceso de fractura, de hecho, una realidad política es que hay varios jefes. Las contradicciones afloran a cada rato.
Maduro ha creado un sistema de represión y persecución política, que ha desatado la violencia del Estado. Los cuerpos de seguridad, policiales, militares o paramilitares están actuando orquestados, o por su cuenta, con mucha violencia.