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Forumer storico
¿Cuánto tiempo tomará recuperarnos de la debacle económica?; por Douglas Barrios y Miguel A. Santos
Por Douglas Barrios y Miguel Ángel Santos | 28 de febrero, 2017
¿Cuánto tardaría Venezuela en recuperarse de la debacle económica de estos años? Es una pregunta frecuente en las conversaciones cotidianas, en los salones de clases y en los foros de discusión dentro y fuera del país. Es también una pregunta sencilla, relativamente intuitiva, cuya respuesta es compleja por diferentes razones. En primer lugar, la pregunta supone que el país corrige el rumbo a partir de cierto punto, mediante una transición política de la que hoy en día nadie sabe a ciencia cierta cómo ni cuándo puede ocurrir. En segundo lugar, no todos entendemos lo mismo por recuperación. ¿Es detener la recesión? ¿Es recuperar el nivel de algún punto reciente? ¿Es volver a nuestro mejor momento? ¿Es alcanzar el nivel o las tasas de algún país que nos sirva de referencia? ¿Cuál es la base de referencia en la que piensan quienes se hacen esta pregunta? Es importante encontrar una definición de éxito que balancee nuestras ambiciones y posibilidades. Por último, aun suponiendo que sabemos a dónde queremos llegar y que ocurre un cambio político capaz de enrumbar al país en esa dirección, está el hecho de cuan factible es una recuperación acelerada.
Con el primero de estos factores tenemos muy poco que hacer, como no sea suponer que el cambio ocurre de súbito mientras usted repasa estas líneas, y volver a actualizarlo cada cierto tiempo. Sobre los otros dos, contamos con el desempeño histórico de Venezuela y el del resto del mundo, para hacernos una idea del reto que tenemos por delante.
¿Qué tan grave ha sido la caída?
En los tres años que transcurrieron entre 2013 y 2016, el tamaño de la economía venezolana se ha contraído a un ritmo muy acelerado. Si a los datos oficiales del Banco Central de Venezuela hasta 2015, le agregamos la caída de 18,6% en 2016 que se ha filtrado a la prensa, Venezuela habría perdido 29,2% de su actividad económica por habitante en apenas tres años.
Sólo existe un episodio en la historia de América Latina en el cual un país haya perdido mayor actividad económica en un trienio: Cuba (1991-1993). En esos años, el colapso de la Unión Soviética y la ayuda económica a la isla, junto con la intensificación de las sanciones impuestas por Estados Unidos a partir de 1992, precipitaron una crisis que se llevó consigo 32,8% del Producto Interno Bruto (PIB) por habitante. El nombre con el que el régimen cubano bautizaría este período, período especial en tiempos de paz, le hacía justicia al hecho de que ningún otro país hasta entonces, que no hubiese atravesado por una guerra, había experimentado una caída mayor. El precedente inmediato era Nicaragua, que en medio de la revolución sandinista de 1978-1980 perdió 29,0% de su actividad económica por habitante.
Más aún, en los últimos veinte años, sólo se han registrado cuatro trienios de mayor devastación económica a nivel mundial: Libia (-60,5%; entre 2009-2011), Sudán del Sur (-45,9%; entre 2010-2012), Iraq (-36,2%; entre 2001-2003), y la República Centroafricana (-35,5%; entre 2012-2014). En todos estos episodios el colapso coincide con conflictos armados de diferente naturaleza, lo que hace del caso venezolano un episodio de ruina excepcional.
En términos de nuestra propia historia, la caída nos ha llevado a niveles sólo superiores a los registrados durante la huelga general 2002-2003. Más allá de esos años, habría que remontarse sesenta años para encontrar un nivel de producción por habitante inferior al que alcanzamos en 2016.
Gráfico 1
Si bien en estos últimos años la caída ha sido más vertiginosa, la verdad es que 2017 marca el aniversario cuarenta del fracaso económico de Venezuela. Desde 1977, sólo se han registrado dos períodos de cuatro años de crecimiento consecutivo. El primero es el período 1990-1993, cuatro años en que la producción por habitante creció a un ritmo promedio de 3,2% anual, en medio del Gran Viraje del segundo gobierno de Carlos Andrés Pérez. El segundo período son los cinco años que van entre 2004-2008. El crecimiento de este último está muy influenciado por la excepcional caída registrada durante la huelga general de los años 2002 y 2003, la bonanza petrolera más prolongada de nuestra historia y el crecimiento exponencial del endeudamiento externo. En ambos casos, el crecimiento fue revertido por cambios políticos o fuertes caídas en los precios del petróleo.
Más allá de las particularidades de estos episodios, el hecho es que para finales de 2016, Venezuela exhibe una producción por habitante 35,3% menor a la de 1977 y equivalente a la de 1956. La economía venezolana, que alguna vez exhibió uno de los episodios de crecimiento sostenido más exitosos del mundo, se ha convertido en un fracaso monumental.
¿Qué se podría considerar una recuperación?
Es difícil establecer cuál debe ser el punto de referencia a considerar para definir la recuperación. Una opción relativamente ambiciosa es tomar el punto de mayor ingreso per cápita de nuestra historia: 1977. ¿Cuánto nos costaría volver al punto de mayor afluencia?
La siguiente Tabla contiene una combinación de varios períodos (columna 1), las tasas a las que tendríamos que crecer anualmente durante ese período de tiempo para recuperar la producción por habitante de 1977 en ese número de años (columna 2), y la frecuencia con que esas tasas se han observado en nuestra historia (columna 3)[1]. Así, por ejemplo, si empezamos a crecer en 2017 y deseamos recuperar el nivel de ingreso per cápita de 1977 en apenas 10 años, necesitaríamos crecer en promedio 5,6% anual. ¿Es eso probable? De acuerdo con nuestra propia experiencia, Venezuela sólo ha podido alcanzar una tasa de crecimiento igual o mayor en apenas 2,2% de todas las secuencias posibles de diez años entre 1961 y 2015. ¿Y si lo intentamos en quince años? Para eso, habría que crecer 4,0% anual en promedio. Aun así, sólo 10% de todas las secuencias posibles de quince años entre 1961 y 2015 registran un crecimiento igual o mayor a esa cifra.
Tabla 1
Podemos hacer el ejercicio a la inversa, y partir de un escenario relativamente más probable. Así, si buscamos el primer escenario de recuperación que se haya registrado en períodos equivalentes de nuestra historia con una frecuencia de al menos 50%, deberíamos tomar los 25 años creciendo al 2,3% anual que nos tomaría recuperar el nivel de 2012. Este decepcionante guarismo es apenas una pequeña demostración aritmética de una idea que ya todos hemos asimilado: es mucho más fácil destruir que construir. En otras palabras, para recuperarse de una caída de 50% en un año, habría que crecer 100% al año siguiente.
Un poco menos ambicioso sería procurar alcanzar el punto máximo de los últimos cinco años, registrado en 2012. Dado que este punto es más reciente, es probable que sea una referencia disponible a la hora de evaluar nuestra recuperación. De acuerdo con la Tabla 2, si queremos recuperar la producción por habitante de 2012 tendríamos que crecer 4,6% anual durante una década, un fenómeno que sólo hemos alcanzado en apenas 8,9% de todas las secuencias posibles de diez años entre 1961 y 2015.
Tabla 2
Puestos a confrontar la inclinada cuesta de nuestra recuperación, y siempre ávidos de atajos y salidas fáciles, es muy común que surja en este punto de la conversación el salvavidas petrolero. A fin de cuentas, los venezolanos deambulan por una superficie bajo la cual se encuentran las reservas petroleras más vastas del planeta.
Por Douglas Barrios y Miguel Ángel Santos | 28 de febrero, 2017
¿Cuánto tardaría Venezuela en recuperarse de la debacle económica de estos años? Es una pregunta frecuente en las conversaciones cotidianas, en los salones de clases y en los foros de discusión dentro y fuera del país. Es también una pregunta sencilla, relativamente intuitiva, cuya respuesta es compleja por diferentes razones. En primer lugar, la pregunta supone que el país corrige el rumbo a partir de cierto punto, mediante una transición política de la que hoy en día nadie sabe a ciencia cierta cómo ni cuándo puede ocurrir. En segundo lugar, no todos entendemos lo mismo por recuperación. ¿Es detener la recesión? ¿Es recuperar el nivel de algún punto reciente? ¿Es volver a nuestro mejor momento? ¿Es alcanzar el nivel o las tasas de algún país que nos sirva de referencia? ¿Cuál es la base de referencia en la que piensan quienes se hacen esta pregunta? Es importante encontrar una definición de éxito que balancee nuestras ambiciones y posibilidades. Por último, aun suponiendo que sabemos a dónde queremos llegar y que ocurre un cambio político capaz de enrumbar al país en esa dirección, está el hecho de cuan factible es una recuperación acelerada.
Con el primero de estos factores tenemos muy poco que hacer, como no sea suponer que el cambio ocurre de súbito mientras usted repasa estas líneas, y volver a actualizarlo cada cierto tiempo. Sobre los otros dos, contamos con el desempeño histórico de Venezuela y el del resto del mundo, para hacernos una idea del reto que tenemos por delante.
¿Qué tan grave ha sido la caída?
En los tres años que transcurrieron entre 2013 y 2016, el tamaño de la economía venezolana se ha contraído a un ritmo muy acelerado. Si a los datos oficiales del Banco Central de Venezuela hasta 2015, le agregamos la caída de 18,6% en 2016 que se ha filtrado a la prensa, Venezuela habría perdido 29,2% de su actividad económica por habitante en apenas tres años.
Sólo existe un episodio en la historia de América Latina en el cual un país haya perdido mayor actividad económica en un trienio: Cuba (1991-1993). En esos años, el colapso de la Unión Soviética y la ayuda económica a la isla, junto con la intensificación de las sanciones impuestas por Estados Unidos a partir de 1992, precipitaron una crisis que se llevó consigo 32,8% del Producto Interno Bruto (PIB) por habitante. El nombre con el que el régimen cubano bautizaría este período, período especial en tiempos de paz, le hacía justicia al hecho de que ningún otro país hasta entonces, que no hubiese atravesado por una guerra, había experimentado una caída mayor. El precedente inmediato era Nicaragua, que en medio de la revolución sandinista de 1978-1980 perdió 29,0% de su actividad económica por habitante.
Más aún, en los últimos veinte años, sólo se han registrado cuatro trienios de mayor devastación económica a nivel mundial: Libia (-60,5%; entre 2009-2011), Sudán del Sur (-45,9%; entre 2010-2012), Iraq (-36,2%; entre 2001-2003), y la República Centroafricana (-35,5%; entre 2012-2014). En todos estos episodios el colapso coincide con conflictos armados de diferente naturaleza, lo que hace del caso venezolano un episodio de ruina excepcional.
En términos de nuestra propia historia, la caída nos ha llevado a niveles sólo superiores a los registrados durante la huelga general 2002-2003. Más allá de esos años, habría que remontarse sesenta años para encontrar un nivel de producción por habitante inferior al que alcanzamos en 2016.
Gráfico 1
Si bien en estos últimos años la caída ha sido más vertiginosa, la verdad es que 2017 marca el aniversario cuarenta del fracaso económico de Venezuela. Desde 1977, sólo se han registrado dos períodos de cuatro años de crecimiento consecutivo. El primero es el período 1990-1993, cuatro años en que la producción por habitante creció a un ritmo promedio de 3,2% anual, en medio del Gran Viraje del segundo gobierno de Carlos Andrés Pérez. El segundo período son los cinco años que van entre 2004-2008. El crecimiento de este último está muy influenciado por la excepcional caída registrada durante la huelga general de los años 2002 y 2003, la bonanza petrolera más prolongada de nuestra historia y el crecimiento exponencial del endeudamiento externo. En ambos casos, el crecimiento fue revertido por cambios políticos o fuertes caídas en los precios del petróleo.
Más allá de las particularidades de estos episodios, el hecho es que para finales de 2016, Venezuela exhibe una producción por habitante 35,3% menor a la de 1977 y equivalente a la de 1956. La economía venezolana, que alguna vez exhibió uno de los episodios de crecimiento sostenido más exitosos del mundo, se ha convertido en un fracaso monumental.
¿Qué se podría considerar una recuperación?
Es difícil establecer cuál debe ser el punto de referencia a considerar para definir la recuperación. Una opción relativamente ambiciosa es tomar el punto de mayor ingreso per cápita de nuestra historia: 1977. ¿Cuánto nos costaría volver al punto de mayor afluencia?
La siguiente Tabla contiene una combinación de varios períodos (columna 1), las tasas a las que tendríamos que crecer anualmente durante ese período de tiempo para recuperar la producción por habitante de 1977 en ese número de años (columna 2), y la frecuencia con que esas tasas se han observado en nuestra historia (columna 3)[1]. Así, por ejemplo, si empezamos a crecer en 2017 y deseamos recuperar el nivel de ingreso per cápita de 1977 en apenas 10 años, necesitaríamos crecer en promedio 5,6% anual. ¿Es eso probable? De acuerdo con nuestra propia experiencia, Venezuela sólo ha podido alcanzar una tasa de crecimiento igual o mayor en apenas 2,2% de todas las secuencias posibles de diez años entre 1961 y 2015. ¿Y si lo intentamos en quince años? Para eso, habría que crecer 4,0% anual en promedio. Aun así, sólo 10% de todas las secuencias posibles de quince años entre 1961 y 2015 registran un crecimiento igual o mayor a esa cifra.
Tabla 1
Podemos hacer el ejercicio a la inversa, y partir de un escenario relativamente más probable. Así, si buscamos el primer escenario de recuperación que se haya registrado en períodos equivalentes de nuestra historia con una frecuencia de al menos 50%, deberíamos tomar los 25 años creciendo al 2,3% anual que nos tomaría recuperar el nivel de 2012. Este decepcionante guarismo es apenas una pequeña demostración aritmética de una idea que ya todos hemos asimilado: es mucho más fácil destruir que construir. En otras palabras, para recuperarse de una caída de 50% en un año, habría que crecer 100% al año siguiente.
Un poco menos ambicioso sería procurar alcanzar el punto máximo de los últimos cinco años, registrado en 2012. Dado que este punto es más reciente, es probable que sea una referencia disponible a la hora de evaluar nuestra recuperación. De acuerdo con la Tabla 2, si queremos recuperar la producción por habitante de 2012 tendríamos que crecer 4,6% anual durante una década, un fenómeno que sólo hemos alcanzado en apenas 8,9% de todas las secuencias posibles de diez años entre 1961 y 2015.
Tabla 2
Puestos a confrontar la inclinada cuesta de nuestra recuperación, y siempre ávidos de atajos y salidas fáciles, es muy común que surja en este punto de la conversación el salvavidas petrolero. A fin de cuentas, los venezolanos deambulan por una superficie bajo la cual se encuentran las reservas petroleras más vastas del planeta.